jueves, 26 de abril de 2012

El invierno empieza en Abril

Dicen por ahí que las cosas no son blancas ni negras, si no todo lo contrario. Bien, pues parece que este año, al menos en cuestiones meteorológicas se cumple tan curiosa reflexión; de tal modo que el invierno se ha convertido en primavera y la primavera en invierno.

De Sureste-Claveles
Haciendo gala de nuestra afamada capacidad de adaptación a cualquier circunstancia, este domingo decidimos reiniciar la temporada invernal, aprovechando que la tregua de buen tiempo que daban entre borrasca y borrasca. Lo que no podíamos suponer es que, a lo tonto íbamos a tener casi el mejor día de nieve de todo lo que va de año. Y como otra de las virtudes que adorna a este grupo es la cabezonería recalcitrante, que mejor opción que repetir por enésima vez la sureste clásica a Peñalara, a ver si a base de "dale que te pego", terminábamos por hacerla como se debe hacer.

De Sureste-Claveles
Después de transformar mi coche en algo parecido a un autobús escolar, Araceli, Maranta, Paco, Jesús y un servidor nos encaminamos hacia Becerril, donde Eva nos esperaba con su coche para rescatarnos de morir asfixiados entre macutos, piolets, bastones y todo tipo de complementos de moda montañera. Una vez en Cotos, que ya a las 8:30 amenazaba con rebosar de coches, nada mejor que un cafecito y algún "barreño" de Colacao para entrar en calor y continuar con esa "pachorra" tan agradable que caracteriza nuestras últimas salidas.

De Sureste-Claveles
De la primera parte de la ruta poco se puede decir que no hayamos repetido en crónicas anteriores, la diferencia es que, una vez superada la Laguna de Peñalara, se presentaron ante nuestros ojos mil y una canales repletas de nieve hasta los topes como si de un parque de atracciones se tratara. Ante tan irresistible imagen, Paco y Jesús no pudieron contenerse por más tiempo y abandonaron el camino original con los ojos perdidos en las primeras palas de nieve. A ellos se unió Araceli, que aun no conoce los peligros que entraña seguir la huella de este par de "obsesivos conpulsivos" de lo que ellos llaman "falsos llanos". Por suerte, en esta ocasión la cosa no fue a más y terminamos por reunirnos todos en la entrada del corredor con la sutil diferencia, con respecto a otras ocasiones, de dos metros de nieve bajo nuestros pies. Ahí tenéis un par de fotos del mismo punto de la ruta ¿A ver si adivináis cual corresponde a Enero y cual a Abril?

De 26 de abril de 2012
En este punto Maranta, contagiada ya por el ansia montañera de Jesús y Paco, puso el ojo en la cima de Peñalara y para allá que se fue sin abandonar la cabeza del grupo más que para fotografiar la sudada que nos estábamos pegando el resto siguiendo su huella.

De Sureste-Claveles
Cuando creíamos que todo lo bueno terminaba en la cima, no pudimos evitar que los ojos nos hicieran chirivitas contemplando el enorme merengue que cubría la cresta de Claveles y que nos empujaba irresistiblemente a continuar la ruta. Disfrutando como enanos asomándonos a las canales que salen de la cresta y parando cada dos por tres para hacer fotos, llegamos a la altura de la Laguna de los pájaros a la que bajamos realizando unas prácticas de culo-esquí, por aquello de probar otras modalidades de alpinismo invernal.

De Sureste-Claveles
A estas alturas y con el sol pegando de plano, la ruta amenazaba con convertirse en una reedición de la "ruta para raquetas sin raquetas". Por suerte la huella de vuelta estaba hecha y, a parte de jugar a "a ver quien meta la pata en el arroyo" (de lo que solo se libró Jesús), llegamos sin más novedad a Venta Marcelino donde dios cuenta de los bocatas y las indispensables cervezas de cualquier buena ruta que se precie.

lunes, 9 de abril de 2012

El "Tubo de todos" que no fue de ninguno

¿Quién nos iba a decir que en estas fechas (y con el año que llevamos) íbamos a poder subir a la Maliciosa por las canales del lado sur con nieve? Sí, bueno, una nieve primavera húmeda y pastosa como una sopa, pero nieve al fin y al cabo... Y es que el desapacible y caprichoso tiempo de esta Semana Santa nos ha dejado de ragalo una poca nieve en la sierra y no hemos podido resistir la tentación de ir a probarla. Así pues, allá que nos juntamos Pablo, Jesús, Eva, Goyo, Silvia y yo con la sana intención de dar una vuelta para comprobar cuánta nieve había caído y ya de paso contrarrestar de alguna forma los excesos gastronómicos de estas fechas entre torrijas y potajes santos.

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Era alrededor de las 10:30 cuando salimos de los alrededores de la población de Matalpino. Allí ante nosotros se erguía majestuosa la Maliciosa con su níveo manto recién estrenado. Debía haber hecho más que fresquito por la zona, pues se veía que la nieve llegaba bien abajo. Sin embargo, a diferencia de los dias previos, el sol lucía radiante y prometía hacer un expléndido domingo de Resurección.

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Fuimos avanzando en aproximación a la Maliciosa por la senda que va junto al arroyo de la Gargantilla, el cual traía bastante agua por el deshielo acelerado de la nieve. Al principio la suave pendiente del camino nos hacía ganar altura poco a poco e íbamos disfrutando del agradable paseo. Pero nada más cruzar el arroyo la subida se hizo mucho más severa y empezamos a sudar la gota gorda (exprimiendo las torrijas por los poros de la piel a base de bien). Además, a alguno que otro de los que íbamos le quedó bien claro que, a partir de cierta edad, los excesos cometidos se empiezan a pagar con sudor y dolor, como decían en la vieja serie de "Fama", y que las rampas pueden pasar en un tris de "duras" a "infernales" cuando, de golpe y porrazo, arrea una pajarilla sin avisar.

De 136_0804

La verdad es que mucha mucha nieve no es que hubiera, pero su estado era poco mejor que lamentable debido al calor que estaba haciendo y encontramos todo el camino empapado, incluso encharcado en ocasiones. Más arriba en la subida enfilamos hacia la derecha para tomar la entrada de lo que creíamos era el llamado "Tubo de Todos", pero las dificulades que encontramos por el mal estado de la nieve nos obligó a replantear la ruta de subida (la nieve estaba tan suelta y pastosa que no agarraba nada y lo único que hacía era dejar chorreando todo lo que entrara en contacto con ella y, además, se podían oir por todas partes los continuos desprendimientos al caer los pegotes de nieve medio derretida por los precipicios). De este modo optamos por tomar un pequeño rodeo más hacia el este para acabar enfilados en la canal principal del lado sureste de la Maliciosa. Aunque encontramos una huella que facilitaba la subida, ya cerca del final se podía avanzar por la nieve habriendo huella nueva con relativa facilidad (si bien con precaución porque todavía se corría el riesgo de zamparse en la nieve hasta más de medio muslo).

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Por fin coronamos la cima y aprovechamos para tomar un bocado, pues ya eran casi las 2 de la tarde. Por cierto, nos sorprendió lo bien que se estaba por allí que no corría casi nada de aire. Después de comer bajamos por la senda que va direcamente al collado de las Vacas, que en esta ocasión no se hizo tan pesada al estar cubierta con una capita de nieve suelta acumulada por el viento. Desde el collado tomamos una senda medio embarrada que baja directamente al arroyo de la Gargantilla y se junta con la senda que trajimos a la ida. Cada vez que echábamos la vista atrás no dejaba de asombrarnos la velocidad con la que iba desapareciendo ante nuestros ojos la nieve que tenía la Maliciosa, ya prácticamente sin nada salvo en las canales más profundas y arriba del todo. Al igual que ciertas flores, había sido nieve de un día.

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Justo a las 4 de la tarde llegamos de vuelta a los coches y acabamos con nuestros huesos en un bar de Cerceda donde tratamos de restaurar los líquidos que habíamos perdido con tan tremenda sudada durante la ruta. Mojados pero contentos, triste final de una temporada invernal igualmente triste y escasa. En fin, resignación. A ver qué nos trae el gato el año que viene...

Un xaludote

martes, 3 de abril de 2012

"Vueltecilla" por la Pedriza anterior para ir al Yelmo

Después de su larga y desesperada convalecencia lejos de la sierra, el Sr. Jesús ha vuelto a las andadas y, para demostrarnos que ya va recuperando la forma, nos propuso salir a dar una "vueltecilla" por nuestra querida Pedriza. Todos nos alegramos sobremanera de tenerle de vuelta casi recuperado del todo, así que nos juntamos un nutrido grupo de compañeros (Jesús, Pablo, Maranta, Araceli, Eva, Goyo, Silvia, Táber, Almu, el que escribe y Ender, el perro de un amigo de Táber) para degustar el plan maestro que había preparado como sólo él sabe...

Así pues, el pasado sábado 31 de marzo nos juntamos todos en Manzanares el Real e improvisamos un segundo desayuno antes de acercarnos al Canto del Berrueco para dejar los coches y dar comienzo a la ruta. A pesar de que las predicciones anunciaban un cambio de tiempo a peor, el día prometía ser benevolente como efectivamente lo fue. La idea era la de subir al Yelmo dando un rodeo para visitar y conocer esta parte de la Pedriza tan poco frecuentada.

De Pedriza

Entre unas cosas y otras empezamos a andar algo pasadas las 10 y, con ritmo tranquilo, pronto llegamos a un lugar conocido como "la Raja", un estrecho callejón excavadado en la roca en unas actividades mineras de antaño. Resulta grato descubrir en nuestra querida Pedriza nuevos lugares escondidos como éste, curiosos y llamativos, que no dejan de sorprendernos. El camino que seguimos después tampoco nos dejó indiferentes, pues era como si la Pedriza se mostrara en todo su agreste esplendor, incluyendo un enorme rebaño de cabras que no nos quitaban el ojo de encima.

De Pedriza

Y de pronto ocurrió lo que ocurre casi siempre que se va por la Pedriza: perdimos el camino. Así como que no quiere la cosa, nos salimos del track que había metido Jesús en su GPS y, por no retomarlo atravesando algunos arbustos campo a través, empezamos a seguir una dudosa senda marcada con hitos de piedras que parecía seguir en la misma dirección. Y como no podía ser de otra forma, de pronto dejaron de verse hitos y la cosa fue a peor, teniendo que vérnoslas con unas tremendas jaras y arbustos varios, algo muy del estilo de Jesús pero que ya habíamos olvidado por la falta de costumbre debido a su larga ausencia...

De Pedriza

Después de alguna que otra ida y venida por sendas de cabras entre las peñas y peleando a brazo partido con los salvajes matorrales, conseguimos llegar por fin al GR10 que sube directamente al Collado de la Dehesilla. Como pasaban de las 2 decidimos parar a comer y Goyo nos agasajó con un delicioso y potente "bollu preñau" casero que había cocinado en la víspera. No hay nada mejor en esta vida para recuperar las fuerzas que nos habíamos dejado por el camino entre los matojos (qué pena que no regenerara también el pellejo de los raspones y arañazos recibidos, y qué decir de los enganchones y desgarros en ropas y mochilas). Bien que nos iban a hacer falta esas fuerzas recuperadas, porque el plan que Jesús había preparado nos llevaba de bajada hasta el enorme peñasco del Tolmo para, desde allí, tomar una perdida senda de subida hacia el Yelmo, empinada como ella sola, que pasa al norte de El Centinela. Y ya que estábamos por allí, ¿por qué no aprovechar para subir a la cima del Yelmo y disfrutar de las estrecheces de su famosa fisura? Dicho y hecho.

De Pedriza

Puesto que íbamos ya un poco pasados de hora, de entre las alternativas propuestas por Jesús para el regreso se optó por mayoría absoluta tomar el camino "corto" que va hacia El Tranco (en contraposición al "menos corto" que iba por el Hueco de las Hoces) para acceder a la Gran Cañada y volver directamente al Canto del Berrueco. Pero el Sr. Jesús aprovechó la coyuntura para enseñarnos una variante recientemente descubierta por unos amigos suyos una semana atrás, tan entretenida que el perro (ya hasta las narices y reventado de tanta vuelta y matorral) tuvo que ser llevado en brazos en varias ocasiones. Después de perder la senda una vez más (y ya iban unas cuantas en el día) y risquear un rato, tras varias miradas asesinas y amenazas de diversa consideración contra la integridad física de Jesús, llegamos a la senda Maeso (PRC1) y alcanzamos al fin (ahora sí, benditos sean los dioses) la Gran Cañada. Los varios kilómetros de marcha que nos quedaban aún hasta llegar a los coches sucedieron sin mayores incidentes y acabamos la ruta (cansados pero contentos) bien pasadas las 8 de la tarde con las últimas luces del día.

De Pedriza

Como no podía ser de otra manera, nos fuimos a Manzanares sin perder un minuto más a curarnos las penas y sufrimientos del día a base de cerveza y festejar que habíamos terminado más o menos enteros, así como también que el Jesús nuestro de siempre (el auténtico, the real one) al que todos queremos (a) matar había vuelto después de tanto tiempo perdido. En resumen, una gran ruta, bonita, divertida, entretenida y también, según el parecer de algunos, tal vez un pelín larga y salvaje.

Un xaludote