viernes, 19 de abril de 2013

El Morezón por la Canal de las Hoyuelas

- Punto de partida: plataforma de Hoyos del Espino (Ávila)
- Desnivel acumulado: 896 m
- Distancia: 12,68 km
- Dificultad: PD, II
- Tipo de ruta: Circular
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Vuelve el calor, y la nieve poco a poco va retrocediendo de las montañas para dar paso a lo que promete ser una espectacular primavera.
Previendo precisamente que esto ocurra, Jesús, Eva y un servidor decidimos acercarnos de nuevo al circo de Gredos para aprovechar la que puede ser la última ruta invernal de la temporada. Curiosamente y pese a la cantidad de nieve que nos ha regalado este invierno, no ha habido prácticamente ninguna ruta en la que la meteorología nos haya ayudado demasiado y hemos tenido que esperar a esta tardía jornada para poder disfrutar de un espectacular dia de sol y nieve de principio a fin.


Como tampoco disponíamos de mucho tiempo, elegimos de nuevo el Morezón pasando por la Laguna Grande para ahorrarnos la tan odiada vuelta por los barrerones y estar de vuelta en la plataforma a una hora prudencial. Para no repetirnos demasiado, en esta ocasión decidimos añadir algo de recorrido al asunto y remontar por la canal de las Huyuelas para luego ladear estas por la cara sur y enlazar con la cresta del Morezón. Una ruta de los más variada y con estupendo ambiente alpino.
Una vez superado el trámite de la aglomeración de la plataforma y la romería hasta los barrerones, enfilamos por el lado izquierdo de la laguna hasta alcanzar la amplia entrada a la canal de las Hoyuelas, mientras la fila de puntitos que nos seguían se desviaban hacia la cada vez más aglomerada subida al Almanzor.


Aunque las guías indican que esta canal no supera los 40º, su orientación norte hace que la nieve esté bastante dura incluso bien entrada la máñana. Esto, junto con la caida continua de pequeños trozos de hielo de las paredes que la flanquéan, nos obligó a estar más atentos de lo que esperábamos en principio. Aun así, la progresión no se hace demasiado complicada, a excepción de un par de repechos en el último tercio, en los que se agradece llevar un par de piolets para mejorar el apoyo.


Una vez alcanzado el Collado entre las hoyuelas y la Campana, se pueden contemplar unas estupendas panorámicas de la garaganta Blanca, Candeleda, el embalse de Rosarito y la meseta sur hasta donde alcanza la vista. A lo que hay que sumar las espectaculares aristas nevadas del risco del Fraile hacie el este y el risco del Frances hacia el oeste.


En el lado sur todo cambia. La nieve dura se transforma en una espesa capa de nieve primavera que en pendientes tan inclinadas, uno no sabe si es una bendición o una tortura en comparación con la resbaladiza pista de patinaje de la subida. Por suerte, alguien se nos había adelantado y solo tuvimos que seguir la profunda huella que remontaba por la ladera sur de la primera Hoyuela. Una vez llegamos a la altura de esta, aun tuvimos que andar con más cuidado debido a dos escalones de roca que, con menos nieve, pueden ser algo delicados para hacer con los crampones.
Superados estos, la huella nos condujo hacia la segunda Hoyuela, esta vez por terreno más horizontal, lo que nos permitió relajarnos algo y dedicarnos a contemplar las preciosas cornisas que desde las dos cumbres recien superadas, caían a plomo sobre el circo.


Desde aquí, ya se puede ver claramente la cumbre del Morezón a la que se puede acceder remontando toda la arista o ladeando hasta alcanzar la canal central por la que se accede de forma directa. Aunque en un principio decidimos ladear siguiendo la huella del principio. A mitad del recorrido, ante la perspectiva de tener que continuar por una zona empinada y por nieve cada vez más dura, decidimos cortar por lo sano y calentar de nuevo los gemelos remontando por la canal que corta la arista para alcanzar el pequeño portillo de la antecima del Morezón.


Pero ahorrarse la nieve dura tiene la desventaja de trepar un último escalón que, anunque corto y sencillo, presentaba algo de hielo en la mitad, lo que nos obligó a tirar de piolet, manos, pies y hasta los dientes, en caso de que hubiera sido necesario. Como suele ser habitual en este grupo, la cuerda de paseo y en la mochila, ¡¡no vaya a ser que se ensucie!! :-)


Una vez arriba, con la adrenalina aun dando saltitos por el cuerpo y con una sonrisa de satisfacción que no nos cabía en la cara, nos liamos a darnos abrazos y hacernos fotos para quitarnos un poco la tensión de encima y celebrar un día de montaña de esos que hacen afición.
Después de recuperar fuerzas y picar algo, bajamos a la plataforma por la famosa loma de la cagarruta y en busca de una terraza y las ansiadas cervezas que nos esperaban en Hoyos del Espino.

 Hasta la próxima!!!


lunes, 8 de abril de 2013

Subida relámpago a Cabezas por Valhondillo



A diferencia de la pachorra que definió nuestras salidas del otoño, parece que este invierno como pago a la tan deseada nieve, nos está dejando el tiempo justo para hacer las rutas a uña de caballo y para no tragarnos, al menos, un par de chaparrones por jornada. A cambio, si la cosa sale bien, se disfruta de unas luces inolvidables, entre jirones de niebla que hacen que merezca la pena intentarlo y, de vez en cuando, salir chorreando.


Pese a que esta es una ruta que ya hemos repetido en varias ocasiones, aun nos faltaba hacerla en condiciones plenamente invernales, así que hace un par de fines de semana Jesús y un servidor decidimos probar suerte con el pronóstico y volver a visitar creo que uno de los más hermosos y poco frecuentado parajes de la ladera norte de Cuerda Larga.


Partiendo del aparcamiento del restaurante La Isla, enlazamos enseguida con el RV1 que recorre la Angostura bajando desde el puerto de Cotos. Tras una primera parada en la presa de Pradillo, donde hicimos una sesión de fotos a la cuerda larga reflejada en el propio embalse, nos dedicamos a disfrutar de una estupenda mañana en la que los efectos del deshielo no hacían sino intensificar los verdes y marrones del bosque de pino silvestre que tapiza toda esta zona. Al alcanzar el arroyo del Cancho del Mayo decidimos hacer un pequeño desvío siguiendo su curso, creyendo que se trataba del arroyo del Valhondillo, confusión que, a parte de ahorrarnos algo de camino, nos permitió disfrutar de la relajante estampa del agua bajando a borbotones desde las cumbres nevadas de cuerda larga, como hace mucho que no veíamos.


Ya retomada la pista normal de subida, alcanzamos entre la llovizna y la nieve empapada, la curva desde la que sale el sendero que da paso a valhondillo, donde apenas paramos para echarle la funda a las mochilas y lamentarnos por dejar pasar de nuevo la oportunidad de ver los famosos tejos que crecen junto al arroyo. A partir de aquí, la nieve ya no nos abandonaría durante toda la subida. Viendo lo profunda y blanda que estaba la nieve en este primer tramo, decidimos subir directamente por la loma de Valhondillo, en lugar de hacerlo por el arroyo de las zorras como en otras ocasiones, lo que nos permitió disfrutas de unas interesantes palas de nieve y de las estupendas vistas que a ratos podíamos adivinar entre nubarrón y nubarrón.


La loma es una suave pero interminable pendiente que asciende directamente hasta la Cabeza de Hierro Mayor, siendo un poco más empinada en el tramo que enlaza con la loma del Pandasco, aunque sin ninguna complicación y mucho más cómoda que la parte baja debido a lo venteada que esta la nieve.
Tras cruzarnos ya entre la niebla cerrada con un grupo de esquiadores, alcanzamos casi a ciegas y de pura chiripa, el vértice de cabezas, del que solo asomaban unos centímetros por encima de la espesa capa de nieve.


Como a estas alturas la ventisca ya pegaba de lo lindo y no tenía pinta de mejorar ni un poco, decidimos hacer un par de fotos testimoniales y volver por donde habíamos subido para evitar meternos con niebla y nieve hasta las rodillas en el hueco del arroyo de las zorras. Así, con el gps en la mano (bendita tecnología) y sin ver a más de cinco metros delante nuestro, hicimos toda la bajada práctiamente hasta el sendero, donde pudimos parar unos instantes al abrigo del viento para echar algo al buche. Visto que la cosa no mejoraba mucho, emprendimos nuestra maratoniana marcha por la pista de subida que ya no abandonaríamos hasta conectar de nuevo con el RV1 y el aparcamiento, donde nos tomamos la cervecita de costumbre y vuelta a Madrid.

jueves, 4 de abril de 2013

Nuevo intento invernal al Almanzor

Últimamente no hago más que repetirme a mi mismo y a todo el que se me cruza por delante la misma cantinela de que al monte hay que salir sin hacer mucho caso al parte meteorológico (dentro de unos límites, claro) y, si suena la flauta, puede que te encuentres con uno de esos días de montaña para recordar. Pero es que este año no hay alternativa: o sales con mal tiempo o no sales.

Nuestra visita a Gredos no fue una excepción, así que, aprovechando el día festivo de San José en Madrid, partimos entre chaparrones, Almudena, Jesús y un servidor para la plataforma de Hoyos. Como si de un perfecto ejemplo de la Ley de Murphy se tratara, nada más bajar del coche comenzó a lloviznar aun con el sol en todo lo alto, aunque esto duró poco pues, antes de comenzar las primeras rampas de los barrerones, la lluvia era tan intensa que ya estábamos calados hasta los huesos. Entre caras de resignación y algún que otro juramento en arameo, solo nos quedaba apretar los dientes y subir del tirón sin quitar la mirada de la puntera de las botas. Menos mal que las vistas desde lo alto de los barrerones te hace pensar que estas cosas merecen la pena....


Ya en el Elola, solo nos quedaba colgar la ropa mojada en los pocos huecos que quedaban libres, disfrutar de un precioso atardecer antes de la cena y a dormir, si no hubiera sido por el búfalo que nos pusieron en la litera de al lado y que más que roncar bufaba, en un ansia inhumana por absorber todo el aire de la pequeña habitación (no exagero ni un ápice).


A la mañana siguiente, la compensación a tantas fatigas: un día espectacular con el sol en todo lo alto que nos hizo pensar que esta vez si, era "la refinitiva". Con el ansia de disfrutar todo lo posible de tan estupenda jornada, fuimos poco a poco adelantando a los pequeños grupos que habían salido delante nuestro hasta meternos en el estrechaminento que enfila hacia portilla bermeja donde hicimos una pequeña parada para acabar de equiparnos.


Aunque el día continuaba estupendo, poco a poco empezaba a levantarse el viento, que a rachas no muy tranquilizadoras bajaba desde la portilla recorriendo toda la canal hasta el fondo de la laguna.  Más solos que la una, continuamos remontando hacia la portilla del crampón donde, a pesar del imponente espesor, la nieve estaba incluso decente, a no ser por el último tramo en el que, a cada paso, se formaban unas trincheras que nos llegaban a la altura de la cintura.


Con la ilusión de hacer cumbre los primeros de esa mañana, paramos un instante a contemplar las preciosas vistas del cuchillar de Cerradillos y las Navajas hacia el este, y las estribaciones de la sierra de Bejar hacia el oeste. Pero todo nuestro gozo no hizo sino tornarse en decepción al comprobar que el lado sur no era sino una enorme placa de hielo barrida a cada minuto por rachas de viento poco tranquilizadoras. Tras echar un primer tiento por las empinadas placas de nieve congelada, decidimos que con la cuerda de rando que habíamos subido para el rapel de cumbre y las dos estacas que llevábamos con nosotros, lo más prudente era no jugársela y dejar de nuevo el Almanzor para otra ocasión.


Así, con la decepción de haberlo tenido tan cerca y la tranquilidad de haber hecho lo correcto, decidimos disfrutar de tan estupendo día y emprendimos la bajada por las empinadas palas de nieve que, a estas alturas de la mañana, comenzaba a pegarse a las botas formando auténticos ladrillos bajo los crampones haciéndonos caer de culo cada dos por tres. Con todo el tiempo para regresar al coche, nos dedicamos a futuros planes, fotos y charlar de lo divino y de lo humano mientras nos concienciábamos para la tan querida subida a los barrerones que, bajo un sol de justicia, amenazaba con hacernos sudar todo el agua que nos calló el día anterior.

Excusas para volver a Gredos nunca nos faltan pero ahora tenemos otra más o, mejor dicho, continuamos teniendo la principal de ellas: el Almanzor en invierno. La próxima, por la canal este, para variar un poco.

FIN