Concluida casi oficialmente la temporada de nieve en nuestra última visita a tierras leonesas, no podíamos quedarnos con los brazos cruzados añorando tiempos pasados, así que este fin de semana nos pusimos manos a la obra para inaugurar casi oficialmente (algunos ya nos adelantamos hace un par de semanas) la temporada de escalada.
Como dicen que en la variedad está el gusto, en esta ocasión, Maranta, Dani y un servidor decidimos abandonar nuestras habituales tendencias pedriceras y aventurarnos en la zona del Vellón asesorados por Taber y David, dos consumados conocedores de este peculiar mundillo de la caliza, el desplome y los agarres como cazos.
Tras unos primeros momentos de desconcierto al comprobar que nuestro concepto de verticalidad andaba un poco atrofiado, comenzamos a adaptarnos a una nueva y fascinante forma de soltar adrenalina, para la que es necesario reformular una serie de ideas que ya dábamos por verdades absolutas:
1. Los brazos en escalada sirven para algo más que para alzarlos al cielo dando gracias al patrón de la goma cocida.
2. El término "garbanzo" no existe o mejor dicho, no sirve para nada. Aquí se llaman presas y se alcanzan estirándose mucho, no acariciando la roca hasta sacarle brillo. Del mismo modo, una fisura no merece tal nombre si no te cabe la mano hasta el reloj. Cuestión de matices....
3. Taber y David aseguran que para escalar aquí no hace falta fuerza; que es todo cuestión de técnica. Yo no digo que no pero, miraras donde miraras, no veías más que un montón de señores y señoras cuadrados soltando unos gritos que..., ¡¡ni en la consulta de un dentista!!
En definitiva: mucho cansancio, mucho miedito y mucha diversión. Al final, con más o menos dignidad (lo digo por los tres no iniciados) terminamos por sacar seis vías que iban del IV+ al 6a en los sectores de las Placas y los Bloques.
- Chapas tri roc, V+
- Diedro patatín patatán, IV+
- El misterio de las zapatillas de Gaspar, V
- Mi pequeña dama, V+
- Sigurney, 6a
- Chino, 6a
Como premio a tanto esfuerzo, Taber nos obsequió con una pequeña tourné por los grifos de cerveza más recomendables de Pedrezuela.
domingo, 25 de marzo de 2012
jueves, 22 de marzo de 2012
Cómo perderse con dos GPS y encontrarse con una sonrisa. Puente de San José 2012
El viernes 16 de marzo, con un fin de invierno casi veraniego amenazando nuestra salud mental, Inma, Maranta, Eva, Táber, Marcos, Pablo y el que suscribe pusimos rumbo a Maraña, cerca del embalse de Riaño.
Los del último turno llegamos al filo de las 11 de la noche cerrada, tras perdernos a pocos kilómetros de la “cumbre” (el albergue) al tropezar con esa piedra llamada dar-por-supuesto-que-estaría-indicado-desde-la-carretera-principal.
Al menos fuimos recibidos por los primeros con una selecta selección de cervezas selectas. Completamos la cena con embutidos, empanadas, tarta de chocolate casera y una gran variedad de ensaladas: ensalada de atún “Italiana” del AhorraMás, ensalada de atún “Mediterránea” del Día, ensalada de atún “California” (pronúnciese “caulifounia”) del Mercadona...
Se ha de destacar la excelente relación calidad-precio del albergue regentado por una mujer encantadora llamada Natacha. Un alojamiento amplio e impoluto, acogedor y caliente. Y justo a pie de ruta.
Antes de acostarnos y para reforzar el sentimiento grupal, Táber propuso dos juegos: En uno había que batirse en duelo por un trozo de madera y en otro la gracia estaba en desconfiar y sabotear.
A la mañana siguiente, tras los habituales desajustes de los diversos ritmos oníricos (traducción: Eva sigue sin entender por qué puñetas me levanto 2 horas antes), desayunamos y nos preparamos con la intención de coronar Cruz de Mampodre y Polinosa. Insisto, “con la intención”.
La nieve tenía una firmeza aceptable para las gratas temperaturas de esos días pero una niebla espesa asfixiaba los 300 últimos metros de la cumbres.
No pasa nada, para eso están los GPS...”estoooo, el mío no reconoce los tracs, ¿y el tuyo, Marcos?” “pueeeees, no, Pablo, las referencias que me pasaste tampoco funcionan en el mío” “No pasa nada. Daniel, pásame el mapa” “Aquí lo tienes, Táber. Pero ten en cuenta que la cresta está repartida en dos mapas y de distinta edición”.
Con estas premisas, iniciamos la subida a la cresta por un fuerte desnivel.
A ritmo variable y técnicas combinadas (es decir, como cada cual buenamente pudo) ganamos altura.
La actitud de Inma, con botas blandas y poca experiencia, fue admirable. Los que, hasta hace muy poco, nos encontrábamos en esa situación, lo valoramos especialmente. Y la mujer ni siquiera mencionó madres en las clásicas “paradas del cabrón”.
Ya en la cresta, con una visibilidad de menos de 100 metros, nos esperaban diversas densidades de nieve, “dry tooling”, hundimientos variados, cambios de vertiente, trepadas surtidas, descensos nunca descartables, ventiscas heladas...Y lo mejor: repaso de conocimientos básicos de orientación en braille.
Panorámicas...pocas. Gracias a ello, nos pudimos reír en cada paso nevado de medio metro de anchura. Porque, como dijo alguno, habría que ver nuestras caritas si la climatología nos hubiera permitido apreciar el patio.
Y fue el sentido del humor y la serenidad de todos, lo que permitió que Pablo y Táber lograran encontrar el modo de salir de esta situación especialmente peligrosa. Ni jodida, ni comprometida. Peligrosa.
Una vez alcanzamos la base de los riscos, gozamos del resto del descenso aprovechando los toboganes del nieve blanda. ¡Un pastón en material técnico para terminar como unos vulgares plastiqueros!
Con la tranquilidad de estar ya en la falda de la montaña y con una mínima ventana de buen tiempo, los guías del grupo resumieron lo ocurrido: En vez de alcanzar la Cruz de Mampodre y su hermana la Polinosa, estuvimos dando vueltas norte-sur por la arista del Pico Mediodía.
No obstante, los GPS nos dieron una pequeña satisfacción: Confirmaron que el desnivel y la distancia salvados fueron equivalentes a lo programado.
Además, volvimos todos enteros. Así que... ¡cumbre!
Ya en pantuflas y calentitos, nos sobrevino todo el agotamiento sabiamente reprimido. Estábamos cansados, como 24 horas antes, pero era algo más limpio, más sano. ”Distinto”, atinó Pablo.
Juegos de mesa y una cristalina bóveda celeste antes de acostarnos.
El domingo por la mañana, con los biorritmos más ajustados (traducción: cuando volví de la ducha nadie dormía ya), disfrutamos de una bonita estampa suavemente nevada. Por ello, Natacha, nos advirtió que no era día para el Gilbo. Así que enfilamos los coches directos al Gilbo.
Dejamos los vehículos en Horcadas y empezamos a subir por un tranquilo PR. Con las indicaciones impresas de internet por Marcos y con la compañía de dos tipos muy majos tomamos el desvío hasta la cresta. Ahí entendimos la advertencia de la casera, porque la caliza con aguanieve combina mal. Inma, Marcos y un servidor, por saturación, lesión o canguelo, nos dimos media vuelta.
Alcanzada la cumbre por el resto del grupo y durante un fugaz espacio de buen tiempo, se produjo un acontecimiento estético-cultural que Eva y Táber tuvieron la sensibilidad y el acierto de captar con sus cámaras: Las poses de Pablo celebrando la cima.
El testimonio gráfico ahí recogido ocupará un puesto preferente en los libros de Historia del Arte, junto al Doríforo de Policleto, el Apoxiomeno de Lisipo o el Hermes de Praxíteles.
De vuelta al pueblo, las caras de los vencedores eran pura satisfacción.
Táber hasta tuvo el detalle de regalarme un pañuelo naranja para que se me pasara la envidia (léase: enviiiiiidiiiia).
Con el tiempo justo para comer, optamos por el único restaurante del pueblo. Bendita improvisación: Sopa de fideos, garbanzos, albóndigas y postres (el flan denso que gorroneé era supremo)... todo ello elaborado con la dedicación de una abuela.
Después, nos dirigimos a León. A partir de ese momento estábamos en manos de Marcos. Tela marinera.
Nos presentó a Vero, que como producto riojano que es, no dejó de sorprendernos por su calidad y perdurabilidad al paladar.
Repartidos entre las casas de ambos, visitamos el Barrio Húmedo. Primero unas cañas y vinos con sus tapas: sopa de ajo, suave queso azul Verdellón, jamón y picadillo con huevo.
Luego a cenar: ensalada no envasada (gracias, Inma, por pedir algo verde), lengua embuchada exquisitamente preparada, crema de morcilla, jamón asado con queso fundido y buey a la plancha (finalmente, hubo que renunciar a las mollejas...¡snif, snif!) Más vinos, más chupitos y a las dos de la madrugada… ¡empieza la fiesta!
No hubo esquina donde Marcos y Vero no se pararan a saludar a alguien. No habíamos visto a este chico más pletórico en la vida. Ahí, a las 3 de la madrugada con una helada "leonina". La mayoría logró seguir su ritmo. En cuanto a los detalles de esa noche…no os los puedo contar, simplemente porque me dormí de pie.
Al día siguiente, (bueno, ese mismo día pero con el sol en lo alto), nos despedimos de los mejores anfitriones y volvimos a Madrid.
Como siempre, en nuestras últimas conversaciones, los temas de siempre: Rutas, comida y sobre todo ¿DÓNDE ESTÁN LOS DEMÁS?
Un saludo.
Los del último turno llegamos al filo de las 11 de la noche cerrada, tras perdernos a pocos kilómetros de la “cumbre” (el albergue) al tropezar con esa piedra llamada dar-por-supuesto-que-estaría-indicado-desde-la-carretera-principal.
De 21-mm-2012, Maraña Taber |
Al menos fuimos recibidos por los primeros con una selecta selección de cervezas selectas. Completamos la cena con embutidos, empanadas, tarta de chocolate casera y una gran variedad de ensaladas: ensalada de atún “Italiana” del AhorraMás, ensalada de atún “Mediterránea” del Día, ensalada de atún “California” (pronúnciese “caulifounia”) del Mercadona...
Se ha de destacar la excelente relación calidad-precio del albergue regentado por una mujer encantadora llamada Natacha. Un alojamiento amplio e impoluto, acogedor y caliente. Y justo a pie de ruta.
Antes de acostarnos y para reforzar el sentimiento grupal, Táber propuso dos juegos: En uno había que batirse en duelo por un trozo de madera y en otro la gracia estaba en desconfiar y sabotear.
De 21-mm-2012, Maraña Taber |
A la mañana siguiente, tras los habituales desajustes de los diversos ritmos oníricos (traducción: Eva sigue sin entender por qué puñetas me levanto 2 horas antes), desayunamos y nos preparamos con la intención de coronar Cruz de Mampodre y Polinosa. Insisto, “con la intención”.
La nieve tenía una firmeza aceptable para las gratas temperaturas de esos días pero una niebla espesa asfixiaba los 300 últimos metros de la cumbres.
No pasa nada, para eso están los GPS...”estoooo, el mío no reconoce los tracs, ¿y el tuyo, Marcos?” “pueeeees, no, Pablo, las referencias que me pasaste tampoco funcionan en el mío” “No pasa nada. Daniel, pásame el mapa” “Aquí lo tienes, Táber. Pero ten en cuenta que la cresta está repartida en dos mapas y de distinta edición”.
De 21-mm-2012, Maraña Taber |
Con estas premisas, iniciamos la subida a la cresta por un fuerte desnivel.
A ritmo variable y técnicas combinadas (es decir, como cada cual buenamente pudo) ganamos altura.
La actitud de Inma, con botas blandas y poca experiencia, fue admirable. Los que, hasta hace muy poco, nos encontrábamos en esa situación, lo valoramos especialmente. Y la mujer ni siquiera mencionó madres en las clásicas “paradas del cabrón”.
De 21-mm-2012, Maraña Taber |
Ya en la cresta, con una visibilidad de menos de 100 metros, nos esperaban diversas densidades de nieve, “dry tooling”, hundimientos variados, cambios de vertiente, trepadas surtidas, descensos nunca descartables, ventiscas heladas...Y lo mejor: repaso de conocimientos básicos de orientación en braille.
De 21-mm-2012, Maraña Taber |
Panorámicas...pocas. Gracias a ello, nos pudimos reír en cada paso nevado de medio metro de anchura. Porque, como dijo alguno, habría que ver nuestras caritas si la climatología nos hubiera permitido apreciar el patio.
De 21-mm-2012, Maraña Taber |
Y fue el sentido del humor y la serenidad de todos, lo que permitió que Pablo y Táber lograran encontrar el modo de salir de esta situación especialmente peligrosa. Ni jodida, ni comprometida. Peligrosa.
Una vez alcanzamos la base de los riscos, gozamos del resto del descenso aprovechando los toboganes del nieve blanda. ¡Un pastón en material técnico para terminar como unos vulgares plastiqueros!
De 21-mm-2012, Maraña Taber |
Con la tranquilidad de estar ya en la falda de la montaña y con una mínima ventana de buen tiempo, los guías del grupo resumieron lo ocurrido: En vez de alcanzar la Cruz de Mampodre y su hermana la Polinosa, estuvimos dando vueltas norte-sur por la arista del Pico Mediodía.
No obstante, los GPS nos dieron una pequeña satisfacción: Confirmaron que el desnivel y la distancia salvados fueron equivalentes a lo programado.
Además, volvimos todos enteros. Así que... ¡cumbre!
Ya en pantuflas y calentitos, nos sobrevino todo el agotamiento sabiamente reprimido. Estábamos cansados, como 24 horas antes, pero era algo más limpio, más sano. ”Distinto”, atinó Pablo.
Juegos de mesa y una cristalina bóveda celeste antes de acostarnos.
De 21-mm-2012, Maraña Taber |
El domingo por la mañana, con los biorritmos más ajustados (traducción: cuando volví de la ducha nadie dormía ya), disfrutamos de una bonita estampa suavemente nevada. Por ello, Natacha, nos advirtió que no era día para el Gilbo. Así que enfilamos los coches directos al Gilbo.
Dejamos los vehículos en Horcadas y empezamos a subir por un tranquilo PR. Con las indicaciones impresas de internet por Marcos y con la compañía de dos tipos muy majos tomamos el desvío hasta la cresta. Ahí entendimos la advertencia de la casera, porque la caliza con aguanieve combina mal. Inma, Marcos y un servidor, por saturación, lesión o canguelo, nos dimos media vuelta.
De 21-mm-2012, Maraña Taber |
Alcanzada la cumbre por el resto del grupo y durante un fugaz espacio de buen tiempo, se produjo un acontecimiento estético-cultural que Eva y Táber tuvieron la sensibilidad y el acierto de captar con sus cámaras: Las poses de Pablo celebrando la cima.
De picos europa 2012 |
El testimonio gráfico ahí recogido ocupará un puesto preferente en los libros de Historia del Arte, junto al Doríforo de Policleto, el Apoxiomeno de Lisipo o el Hermes de Praxíteles.
De vuelta al pueblo, las caras de los vencedores eran pura satisfacción.
Táber hasta tuvo el detalle de regalarme un pañuelo naranja para que se me pasara la envidia (léase: enviiiiiidiiiia).
De picos europa 2012 |
Con el tiempo justo para comer, optamos por el único restaurante del pueblo. Bendita improvisación: Sopa de fideos, garbanzos, albóndigas y postres (el flan denso que gorroneé era supremo)... todo ello elaborado con la dedicación de una abuela.
De 21-mm-2012, Maraña Taber |
Después, nos dirigimos a León. A partir de ese momento estábamos en manos de Marcos. Tela marinera.
Nos presentó a Vero, que como producto riojano que es, no dejó de sorprendernos por su calidad y perdurabilidad al paladar.
Repartidos entre las casas de ambos, visitamos el Barrio Húmedo. Primero unas cañas y vinos con sus tapas: sopa de ajo, suave queso azul Verdellón, jamón y picadillo con huevo.
Luego a cenar: ensalada no envasada (gracias, Inma, por pedir algo verde), lengua embuchada exquisitamente preparada, crema de morcilla, jamón asado con queso fundido y buey a la plancha (finalmente, hubo que renunciar a las mollejas...¡snif, snif!) Más vinos, más chupitos y a las dos de la madrugada… ¡empieza la fiesta!
De picos europa 2012 |
No hubo esquina donde Marcos y Vero no se pararan a saludar a alguien. No habíamos visto a este chico más pletórico en la vida. Ahí, a las 3 de la madrugada con una helada "leonina". La mayoría logró seguir su ritmo. En cuanto a los detalles de esa noche…no os los puedo contar, simplemente porque me dormí de pie.
Al día siguiente, (bueno, ese mismo día pero con el sol en lo alto), nos despedimos de los mejores anfitriones y volvimos a Madrid.
Como siempre, en nuestras últimas conversaciones, los temas de siempre: Rutas, comida y sobre todo ¿DÓNDE ESTÁN LOS DEMÁS?
Un saludo.
martes, 13 de marzo de 2012
Una ruta primaveral por Siete Picos
Sin duda, estos días estamos teniendo un tiempo excepcionalmente bueno para las fechas que son. Por una parte nos resignamos ante la acelerada desaparición de las escasas reservas de nieve que aún quedan, pero por otra este ambiente primaveral nos invita a salir a la sierra a disfrutar del aire libre.
Hacía ya bastante que no nos juntábamos tantos para hacer una ruta, pero el buen tiempo, la reincorporación de Jesús tras superar sus dolencias de espalda, la presencia de nuevos amigos y el nombre "Por ahí va a subir quien yo te diga" de la ruta propuesta fueron suficiente reclamo. Así pues, allá que fuimos al apeadero de Camorritos Pablo, Jesús, Eva, Marcos, Jose, Maranta y un servidor, así como Mateo, Fernando y Marcial que no se sintieron intimidados por el nombre de la ruta y se arriesgaron a probar suerte y debutar con nosotros...
Como buen domingo que era, no obligamos el madrugón y empezamos la ruta sin prisas pasadas las 10 de la mañana con intención de subir a Siete Picos por la Senda Herreros. Lo que muy pocos sabían era que estaba previsto tomar una variante aún más divertida que la propia Senda por uno de los corredores de la ladera sur (uno que lleva directamente entre los picos primero y segundo contando desde el Puerto de Navacerrada, variante que, dicho sea de paso, improvisamos Jesús y yo unos meses atrás cuando salimos de ruta con dos amigos, gustosos ellos de rutas tranquilas y sin sobresaltos, y fueron éstos los que bautizaron la ruta con tan singular y apropiado nombre una vez que, sin saber cómo, consiguieron completarla con éxito tras pasar algún que otro apuro...).
Ya en el desvío tras dejar la Senda Herreros no nos quisimos privar de nada y disfrutamos de lo lindo trepando por las rocas, atravesando espesos matorrales espinosos, progresando como las cabras por empinadas pedreras e incluso también pisando algo de barro y nieve cuando se presentaba la ocasión. Hay que señalar que los nuevos se portaron como jabatos y que a pesar de los reniegos, maldiciones y juramentos reconocieron que, arañazos y magulladuras aparte, se lo habían pasado genial (o al menos eso nos dijeron y buena señal es que no hubo ningún linchamiento después...).
Una vez en la cuerda de Siete Picos hicimos una paradita para contemplar las vistas y tomar un breve refrigerio. Al poco proseguimos por la cuerda en dirección al Collado Ventoso. Cabe decir que tuvimos que ir con mucho cuidado pues encontramos bastante hielo y nieve en las umbrías que dan al norte. Pero bueno, poco a poco fuimos avanzando por la cuerda sin mayores problemas y pasamos un buen rato con la nieve que encontramos entre los pinos bajando hacia el collado.
Antes de llegar al collado tomamos una variante que lleva al pico de Majalasna. Allí subimos y nos quedamos un buen rato aprovechando para comer, charlar y tumbarnos un rato al sol como los lagartos. De ahí bajamos directamente a la pradera en la que habíamos estado por la mañana para volver a Camorritos. Finalmente acabamos en Cercedilla donde seguimos charlando mientras nos agasajábamos con una merecida rehidratación tras tan deliciosa jornada.
Un xaludote
Hacía ya bastante que no nos juntábamos tantos para hacer una ruta, pero el buen tiempo, la reincorporación de Jesús tras superar sus dolencias de espalda, la presencia de nuevos amigos y el nombre "Por ahí va a subir quien yo te diga" de la ruta propuesta fueron suficiente reclamo. Así pues, allá que fuimos al apeadero de Camorritos Pablo, Jesús, Eva, Marcos, Jose, Maranta y un servidor, así como Mateo, Fernando y Marcial que no se sintieron intimidados por el nombre de la ruta y se arriesgaron a probar suerte y debutar con nosotros...
Como buen domingo que era, no obligamos el madrugón y empezamos la ruta sin prisas pasadas las 10 de la mañana con intención de subir a Siete Picos por la Senda Herreros. Lo que muy pocos sabían era que estaba previsto tomar una variante aún más divertida que la propia Senda por uno de los corredores de la ladera sur (uno que lleva directamente entre los picos primero y segundo contando desde el Puerto de Navacerrada, variante que, dicho sea de paso, improvisamos Jesús y yo unos meses atrás cuando salimos de ruta con dos amigos, gustosos ellos de rutas tranquilas y sin sobresaltos, y fueron éstos los que bautizaron la ruta con tan singular y apropiado nombre una vez que, sin saber cómo, consiguieron completarla con éxito tras pasar algún que otro apuro...).
Ya en el desvío tras dejar la Senda Herreros no nos quisimos privar de nada y disfrutamos de lo lindo trepando por las rocas, atravesando espesos matorrales espinosos, progresando como las cabras por empinadas pedreras e incluso también pisando algo de barro y nieve cuando se presentaba la ocasión. Hay que señalar que los nuevos se portaron como jabatos y que a pesar de los reniegos, maldiciones y juramentos reconocieron que, arañazos y magulladuras aparte, se lo habían pasado genial (o al menos eso nos dijeron y buena señal es que no hubo ningún linchamiento después...).
Una vez en la cuerda de Siete Picos hicimos una paradita para contemplar las vistas y tomar un breve refrigerio. Al poco proseguimos por la cuerda en dirección al Collado Ventoso. Cabe decir que tuvimos que ir con mucho cuidado pues encontramos bastante hielo y nieve en las umbrías que dan al norte. Pero bueno, poco a poco fuimos avanzando por la cuerda sin mayores problemas y pasamos un buen rato con la nieve que encontramos entre los pinos bajando hacia el collado.
Antes de llegar al collado tomamos una variante que lleva al pico de Majalasna. Allí subimos y nos quedamos un buen rato aprovechando para comer, charlar y tumbarnos un rato al sol como los lagartos. De ahí bajamos directamente a la pradera en la que habíamos estado por la mañana para volver a Camorritos. Finalmente acabamos en Cercedilla donde seguimos charlando mientras nos agasajábamos con una merecida rehidratación tras tan deliciosa jornada.
Un xaludote
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