Tercera Jornada: Le Maillet-Estaubé-Espugettes
Desnivel de subida: 1254 mDesnivel de Bajada: 1149 m
Distancia: 17,1 km
Dificultad: moderada (camino difuso en el desvío a Espuguettes)
A la mañana siguiente nos levantamos todavía con el eco de los impresionantes truenos y el susto de alguna puerta que casi sale volando durante la tormenta, pero secos y descansados que al fin y al cabo era lo importante.
Iniciamos la marcha con el cielo aun plomizo y entre llovizna, aunque el buen pronóstico para el resto del día nos hizo empezar con ganas, al menos hasta el lago de Gloriettes, donde Irene, como ya nos veníamos temiendo, decidió que la rodilla ya no le daba para más y que no le quedaba otra opción que bajar por la ruta más rápida hacia Gedre.
Con la pena de que las cosas no nos salieran como habíamos previsto y de tener que separarnos, Jesús y yo decidimos continuar con el plan previsto hasta donde pudiéramos, mientras Irene y David tomaban el camino de bajada para evitar males mayores. Así, después de los correspondientes abrazos, cruzamos el puente del Gave d'Estaubé y pusimos rumbo sur hacia la Hourquette d'Alans, paso natural entre los circos de Estaubé y Gavarnie y principal dificultad del día.
Según avanzamos por el sendero que se adentra en Estaubé, los primero claros del día y el calorcito de la mañana pusieron el punto de optimismo necesario para continuar nuestra marcha, a lo que sin duda ayudó el estupendo paisaje que surgía ante nosotros, con el puerto nuevo de Pineta a nuestra izquierda, la brecha de Tucarrolla en el centro y La Horquette más a la derecha.
El camino transcurre suavemente entre verdes prados hasta que comienza a girar hacia el oeste, momento en el que comienza a ganar desnivel y se bifurca en multitud de senderos marcados por las ovejas y cabras que pastan por la zona. Entre tanto ramal terminamos por despistarnos, lo que nos obligo a hacer algún que otro "todo recto" hasta recuperar la dirección correcta.
Sabiendo de antemano que la nieve tampoco nos permitiría subir a Tucarrolla, enfilamos la parte más dura de la subida, en la que Jesús decidió hacer uno de sus famosos derrames, mientras a mi me tocaba pagar la falta de forma metiendo la reductora y procurando resistir la creciente tentación de tirar mi odiada mochila ladera abajo. Por fin, con la lengua fuera pero encantado por las vistas que se abrían ante nosotros, alcancé a Jesús en el paso de la Hourquette donde, para nuestro disgusto pudimos ver como de nuevo el día volvía a amenazar tormenta.
Después de darle unas cuantas vueltas a las distintas opciones que se nos presentaban, decidimos emprender la bajada hacia el refugio de Espugettes con la esperanza de que hubiera plaza libre para no tener que pasar al raso otra noche como la anterior. Al llegar al refugio, a parte de encontrarnos con una guarda muy maja que hablaba perfecto español, nos informaron que no quedaba ni una plaza libre y, lo peor de todo, que el parte meteorológico para la noche había empeorado notablemente. Para que las cosas quedaran claras del todo, ante nuestra pregunta de si podríamos plantar la tienda al lado del refugio por si acaso...., la guarda nos respondió que podíamos hacerlo pero que, teniendo en cuenta lo que había caído por allí la noche anterior, hubiéramos hecho mejor en subir una piragua en lugar de la tienda de campaña.
Ante tan estupendo panorama, finalmente decidimos llamar a Irene y David para que nos recogieran en Gavarnie y esperar al parte para retomar el camino al día siguiente.
Una vez abajo los cuatro decidimos conjurar tanto mal fario con la ingesta masiva de pizzas francesas acompañadas de abundante cerveza, inmejorable costumbre que mantendríamos el resto de noches que pasamos por tierras francesas.
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