martes, 28 de junio de 2011

Valle de Benasque I (Posets)

Llega el buen tiempo y comienzan a hacerse realidad gran parte de esos proyectos de los que no nos cansamos de hablar durante el resto del año. En este caso nuestro objetivo principal era hacer la cresta del Espadas al Posets pero, debido a la presencia de algunos neveros en gran parte del recorrido de la misma y por recomendación de los guardas del Ángel Orus, decidimos dejarlo para mejor ocasión y conformarnos con la normal al Posets y una preciosa y espectacular ascensión al Pico del Alba que, de nuevo dejó claro que no siempre lo más conocido tiene por qué ser lo mejor.
Así, con un muchas ganas de volver a pisar nuestros queridos Pirineos, salimos el día 23 de Madrid con dirección a Eriste, de donde parte el “camino de cabras” que da acceso al parking de Plleta de l’Estalló. Desde aquí y después de un corto pero intenso paseíto, remontamos el precioso camino que conduce al refugio Ángel Orus, a donde llegamos con el tiempo justo para dejar las cosas en las taquillas y cenar.





A la mañana siguiente, ya descartada la opción de la cresta del Espadas, decidimos que no había necesidad de pegarnos ningún madrugón, así que, con toda la tranquilidad del mundo pusimos rumbo hacia la ruta normal al Posets por la siempre fatigosa Canal Fronda. Para nuestra sorpresa, aun quedaban un par de buenos neveros al principio y en la salida al collado del Diente de Llardana, lo que nos obligó a calzarnos los crampones en un par de ocasiones para evitar resbalones indeseados. Una vez alcanzado el collado del Diente de Llardana, solo queda subir y subir por una empinada pedrera que te deja en la cresta final del Posets y que, francamente, es con diferencia la parte más entretenida de la ruta, aunque sin punto de comparación con el espectacular aspecto que presenta en condiciones invernales.
Un vez en la cima, una sesión de tapeo a base de aceitunas y tomatitos (enorme descubrimiento gastronómico este último) y la obligada sesión de fotos hacia las espectaculares perspectivas que se nos mostraban del macizo del Perdiguero, Aneto, el valle de Estós, Biadós e incluso Monte Perdido.
Si la subida nos la tomamos con tranquilidad, lo de la bajada creo que rayó un poco la dejadez pero, puesto que no teníamos prisa ninguna y el día estaba tan agradable, decidimos parar a comer en el mismo Collado del Diente y luego bajar, entre charletas y sesiones fotográficas, casi de paseo hasta el refugio. Una vez allí, unas cervecitas y a acoquinar la clavada que nos tenían preparada por la noche, la cena y las cervezas. Y es que, pese a que el refugio está realmente bien, con los tiempos que corren, casi se echa de menos la austeridad de otros tiempos a cambio de evitar la bancarrota cada vez que se sale de viaje. Recuperados del susto y con unas ganas locas de llegar al coche, desandamos el camino hasta la Espigantosa. De allí, nueva sesión de estrés pensando en los bajos de la furgoneta de alquiler , y directos al Camping Aneto, en Benasque, donde rehidratamos el cuerpo y el espíritu a base de cervezas, un par de botellitas de vino (que no fueron tres porque no teníamos más a mano) y un buen plato de Espaguetis de sobre que nos supieron a auténtica gloria.



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