Alrededor de las 10:00 salíamos de la Barranca directamente hacia la cuerda para coger la cresta desde sus primeros riscos. Al principio la senda discurría a la agradable sombra de un pinar, pero al salir de allí comprobamos lo que se puede esperar de un soleado día de agosto (aunque sin ola de calor, menos mal). Ya desde el principio nos empezamos a subir a cuanto risco se nos ponía por delante, más que nada para ir calentando los músculos, pues las vistas que teníamos de la cresta que nos aguardaba prometían una jornada más que entretenida.
De Cuerda de las Buitreras |
De Cuerda de las Buitreras |
De Cuerda de las Buitreras |
De Cuerda de las Buitreras |
Cuando llegamos a la parte de arriba de la cuerda vimos que todo lo que quedaba hasta la cima de la Maliciosa se suavizaba notablemente y ya no hacía falta llevar el arnés y el casco, así que los guardamos y proseguimos la marcha. En la cresta no nos habíamos encontrado con nadie, como era de esperar. Lo sorprendente fue que tampoco había nadie en la cima de la Maliciosa ni en los alrededores (a pesar de que eran sobre las 15:30 cuando llegamos) y allí nos quedamos a comer contentos y felices.
De Cuerda de las Buitreras |
El sol había pegado fuerte todo el día y a esas alturas íbamos un poco justos de reservas de agua, así que decidimos bajar de vuelta a la Barranca por la vía más directa: la senda del arroyo Tijerillas. Sin embargo, un pequeño despiste nos hizo tomar una alternativa un poquito más al norte que nos ofreció unas panorámicas sin igual de la cresta de las Buitreras a un lado y del Peñotillo de la Maliciosa al otro (una alternativa muy interesante para cuando subamos por allí, dicho sea de paso). En el punto donde cruzamos el Tijerillas para unirnos a la senda "oficial" comprobamos con gran alegría que aún corría el agua, fresca y limpia, procedente de un manantial cercano y pudimos aliviar nuestra sed. De todas formas, de ahí a la Barranca no quedaba gran trecho y sobre las 17:00 ya estábamos celebrando tan satisfactoria ruta de exploración a base de cerveza fresquita y rehidrantante.
Resumiendo: una cresta pequeñita aquí cerquita de casa (que se puede hacer tan larga y entretenida como se quiera), muy disfrutona y apta para todos los públicos en función del camino que se elija (por supuesto hay que saber calibrar con ojo experto la dificultad de cada paso, tanto de subida como de bajada, para no meterse en líos innecesarios). No hace falta llevar material, si bien quien desee dar rienda suelta a la cabra montés que lleva dentro tiene opciones más que sobradas para complicarse la vida todo lo que quiera (en ese caso sí que es recomendable llevar una cuerda, arnés, casco y descensor, sólo por si acaso). Incluso localizamos varios puntos ideales para iniciarse en el mundo de la escalada clásica. Si se va con cuidado y respeto, garantizo una jornada de diversión montañera sin mayores problemas que alguna raspadura o algún que otro corte por los afilados cristales de cuarzo del granito sin pulir, abrasivo como él solo. A disfrutarlo pues.
Un xaludote
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