martes, 3 de abril de 2012

"Vueltecilla" por la Pedriza anterior para ir al Yelmo

Después de su larga y desesperada convalecencia lejos de la sierra, el Sr. Jesús ha vuelto a las andadas y, para demostrarnos que ya va recuperando la forma, nos propuso salir a dar una "vueltecilla" por nuestra querida Pedriza. Todos nos alegramos sobremanera de tenerle de vuelta casi recuperado del todo, así que nos juntamos un nutrido grupo de compañeros (Jesús, Pablo, Maranta, Araceli, Eva, Goyo, Silvia, Táber, Almu, el que escribe y Ender, el perro de un amigo de Táber) para degustar el plan maestro que había preparado como sólo él sabe...

Así pues, el pasado sábado 31 de marzo nos juntamos todos en Manzanares el Real e improvisamos un segundo desayuno antes de acercarnos al Canto del Berrueco para dejar los coches y dar comienzo a la ruta. A pesar de que las predicciones anunciaban un cambio de tiempo a peor, el día prometía ser benevolente como efectivamente lo fue. La idea era la de subir al Yelmo dando un rodeo para visitar y conocer esta parte de la Pedriza tan poco frecuentada.

De Pedriza

Entre unas cosas y otras empezamos a andar algo pasadas las 10 y, con ritmo tranquilo, pronto llegamos a un lugar conocido como "la Raja", un estrecho callejón excavadado en la roca en unas actividades mineras de antaño. Resulta grato descubrir en nuestra querida Pedriza nuevos lugares escondidos como éste, curiosos y llamativos, que no dejan de sorprendernos. El camino que seguimos después tampoco nos dejó indiferentes, pues era como si la Pedriza se mostrara en todo su agreste esplendor, incluyendo un enorme rebaño de cabras que no nos quitaban el ojo de encima.

De Pedriza

Y de pronto ocurrió lo que ocurre casi siempre que se va por la Pedriza: perdimos el camino. Así como que no quiere la cosa, nos salimos del track que había metido Jesús en su GPS y, por no retomarlo atravesando algunos arbustos campo a través, empezamos a seguir una dudosa senda marcada con hitos de piedras que parecía seguir en la misma dirección. Y como no podía ser de otra forma, de pronto dejaron de verse hitos y la cosa fue a peor, teniendo que vérnoslas con unas tremendas jaras y arbustos varios, algo muy del estilo de Jesús pero que ya habíamos olvidado por la falta de costumbre debido a su larga ausencia...

De Pedriza

Después de alguna que otra ida y venida por sendas de cabras entre las peñas y peleando a brazo partido con los salvajes matorrales, conseguimos llegar por fin al GR10 que sube directamente al Collado de la Dehesilla. Como pasaban de las 2 decidimos parar a comer y Goyo nos agasajó con un delicioso y potente "bollu preñau" casero que había cocinado en la víspera. No hay nada mejor en esta vida para recuperar las fuerzas que nos habíamos dejado por el camino entre los matojos (qué pena que no regenerara también el pellejo de los raspones y arañazos recibidos, y qué decir de los enganchones y desgarros en ropas y mochilas). Bien que nos iban a hacer falta esas fuerzas recuperadas, porque el plan que Jesús había preparado nos llevaba de bajada hasta el enorme peñasco del Tolmo para, desde allí, tomar una perdida senda de subida hacia el Yelmo, empinada como ella sola, que pasa al norte de El Centinela. Y ya que estábamos por allí, ¿por qué no aprovechar para subir a la cima del Yelmo y disfrutar de las estrecheces de su famosa fisura? Dicho y hecho.

De Pedriza

Puesto que íbamos ya un poco pasados de hora, de entre las alternativas propuestas por Jesús para el regreso se optó por mayoría absoluta tomar el camino "corto" que va hacia El Tranco (en contraposición al "menos corto" que iba por el Hueco de las Hoces) para acceder a la Gran Cañada y volver directamente al Canto del Berrueco. Pero el Sr. Jesús aprovechó la coyuntura para enseñarnos una variante recientemente descubierta por unos amigos suyos una semana atrás, tan entretenida que el perro (ya hasta las narices y reventado de tanta vuelta y matorral) tuvo que ser llevado en brazos en varias ocasiones. Después de perder la senda una vez más (y ya iban unas cuantas en el día) y risquear un rato, tras varias miradas asesinas y amenazas de diversa consideración contra la integridad física de Jesús, llegamos a la senda Maeso (PRC1) y alcanzamos al fin (ahora sí, benditos sean los dioses) la Gran Cañada. Los varios kilómetros de marcha que nos quedaban aún hasta llegar a los coches sucedieron sin mayores incidentes y acabamos la ruta (cansados pero contentos) bien pasadas las 8 de la tarde con las últimas luces del día.

De Pedriza

Como no podía ser de otra manera, nos fuimos a Manzanares sin perder un minuto más a curarnos las penas y sufrimientos del día a base de cerveza y festejar que habíamos terminado más o menos enteros, así como también que el Jesús nuestro de siempre (el auténtico, the real one) al que todos queremos (a) matar había vuelto después de tanto tiempo perdido. En resumen, una gran ruta, bonita, divertida, entretenida y también, según el parecer de algunos, tal vez un pelín larga y salvaje.

Un xaludote

2 comentarios:

  1. Podriais cambiarle el título por "El regreso de Jesús" o quizá "...y Jesús volvió a hacer de las suyas"

    ResponderEliminar
  2. De verdad que lo pensé, pero al final me decanté por un título más "netural"... Por cierto, yo lo vi todo bien claro desde el principio y he de admitir que varias de las veces que perdimos la senda iba guiando yo (¿influiría el que fuera toda la santa ruta sin gafas?...)

    ResponderEliminar