jueves, 2 de agosto de 2012

De Vuelta por Riaño


PICO YORDAS (1964m) 
 
Después de nuestro fallido intento a la Cruz de Mampodre el invierno pasado, nos quedamos con ganas de volver por allí a quitarnos la espinita y a probar con alguno más de los cientos de picos que llenan los mapas de Riaño.




Y como aquello de que "las segundas partes nuca fueron buenas" no terminaba de convencernos, unos cuantos decidimos regresar al lugar del delito para comprobarlo por nosotros mismos. Eso si, para engañara al destino, dejamos la subida a la Cruz como una lejana posibilidad en caso de que nos fallara el buen puñado de rutas que llevábamos cargadas en el GPS.
De este modo y con la pena de dejarnos en casa a alguno de los integrantes de la anterior intentona, nos juntamos un viernes por la tarde: Inma, Maranta, Jesús, Jose, Taber, David y un servidor; para comenzar uno de nuestras maratonianas escapadas lejos de la gran ciudad.


Llegar al embalse de Riaño por la tarde, mientras aparecen las primeras brumas y el sol tiñe de naranja las cumbres del Espigüete, el Gilbo, el Yordas y compañía, es de esas visiones que merecen la pena aunque luego te tires todo el fin de semana con el culo pegado a una tumbona. Pero, como este no era precisamente nuestro caso, no solo mereció la pena sino que además, parecía una señal divina de que esta vez si que si...  Para alojarnos, de nuevo elegimos el albergue de Maraña, donde tan buen trato nos había dado Natacha y al que volveremos sin dudarlo en cuanto surja una nueva oportunidad.

De Pico Yordas desde Liegos

El sábado bien tempranito, pero sin exagerar, decidimos subir al Yordas desde el pueblo de Liegos pero, para continuar con la costumbre del grupo de "cuanto más empinado mejor" decidimos hacer  la ruta a la inversa de como suele venir en las guías, es decir: subiendo directamente por el hayedo de Burín hasta la majada del Yordas y de allí directamente a la cima. 

La ruta comienza por un llana y bonita pista de tierra que transcurre entre prados y desde la que pudimos contemplar la mole del Yordas medio cubierto por las brumas de la mañana.  Así, entre pastos, vaquitas y un sol que ya empezaba a pegar fuerte, nos desviamos hacia el espectacular hayedo de Monte Borín a cuya sombrita daban ganas de quedarse tan ricamente.

De Pico Yordas desde Liegos

Siguiendo otra de las ancestrales costumbres del grupo, a estas alturas ya llevábamos un buen rato rajando de lo divino y de lo humano así que fue practicamente inevitable que nos saltáramos el track y nos tocara "por casualiad" alargar la ruta por un lugar algo más empinado de lo normal hasta la collada de Burín, cosa que, por cierto, no pareció contrariar a nadie especialmente. Una vez subsanado tan "imprevisto" despiste bajamos a la majada del Yordas para hacer unas fotos del embalse y comenzamos campo a través la subida a la cima por una zona de pedrera no muy agradable mientras dejábamos el Gilbo a nuestras espaldas.
Uno tras otro llegamos hasta la cruz que marca el punto más alto donde nos dedicamos a intentar identificar los macizos de Picos de Europa y a hacer fotos a toda la fauna que se nos cruzaba por delante, excursionistas incluidos...

De Pico Yordas desde Liegos

A la bajada, ya que estábamos, decidimos seguir sin hacer demasiado caso al track y enfilamos la linea de cumbres que baja hacia el collado de Tendeña, parando a comer y echar una siestecita (costumbre en fase de reintroducción en nuestras rutas) en un alto desde el que podíamos escuchar la llamada de la peña de la Cruz al fondo del paisaje.

Si por algo merece a pena esta ruta es porque es de esas que cunado te crees que ya no queda nada por ver, te sorprende con otro pedazo de hayedo, al estilo bosque de hadas de cuentos infantiles, aun más espectacular que el de subida y a cuya sombra alcanzamos de nuevo el valle de San Pelayo para regresar por la misma pista hasta Liegos.

De Pico Yordas desde Liegos

Después de las cervecitas de rigor y alguna que otra foto de recochineo para el compañero Marcos, que andaba a esa misma hora por la zona de Picos, el grupo se dividió entre futboleros (Inma y Jose) que decidieron ir a ver el partido de la selección a Maraña, y obsesos del monte, que decidimos alargar la jornada explorando una zona de escalada cercana, donde nos pusimos a practicar rápeles de cara a la próxima visita al Midi. Finalmente, esta segunda opción resultó la más acertada puesto que llegamos justo para ver el partido aunque, eso si, solo nos diera tiempo a tomar la mitad de cervezas que el resto.
Como quien no quiere la cosa, dio la casualidad que aquella noche era San Juan, así que no nos quedó más remedio que acercarnos, por invitación de Natacha, a la hoguera que tenían preparada en el pueblo, donde nos dedicamos a quemar malos royos y hacer un poco el ganso.(por cierto ¡¡¡Una mierda!!! lo de quemar malos royos no funciona.... para muestra un botón)





PEÑA DE LA CRUZ (2192m)

A la mañana siguiente, algunos más perjudicados que otros, no nos quedo más remedio que rendirnos a lo inevitable: la Cruz de Mampodre estaba ahí al lado y como nadie se quejó... para allá que nos fuimos dejando de lado la peregrina idea del paseito mañanero para suavizar al vuelta a Madrid.



Esta vez, por cuestiones de horario, decidimos subir por el valle de Valverde y así, de paso, conocíamos la otra vertiente o más bien todas las vertientes, porque la otra vez la niebla apenas nos permitió vernos las puntas de las botas.
De nuevo verdes prados y estupendas vistas, aunque esta vez en lugar de vacas había caballos y algún rebeco que otro en la parte de arriba.




Como la ruta no estaba demasiado bien indicada, una vez llegamos a los chozas de Valverde, decidimos continuar por el lado derecho del arroyo de Valverde hasta enlazar con una trocha de ganado que nos llevaría al collado de.....??? efectivamente, como no podía ser de otra manera, Collado de VAL-VER-DE. En este punto Inma, visto que al día siguiente Taber y ella marchaban para Picos, decidió con muy buen juicio, reservar fuerzas y volverse al Albergue a tomar un refrigerio y disfrutar del pedazo de día que nos estaba haciendo.

De La Cruz de Mampodre

Una vez que la trocha se pierde a la altura de la fuente de.... ejem, ejem, es cuando las verdes praderas se convierten en verdes paredes encajadas entre la Polinosa, a la derecha, y la Cruz de Mampodre, a la izquierda. Como tampoco estaba demasiado claro a que collado teníamos que subir primero, Taber decidió subir al de la Polinosa mientras que el resto hicimos un "recto" hasta llegar algo más a la izquierda de la Peña de Mediodía.

De La Cruz de Mampodre

Una vez reunidos allí, pudimos ver lo cerca (o lejos, según se mire) que nos habíamos quedado el invierno pasado de llegar a nuestro objetivo. El último tramo de subida es una fácil pero bonita trepada, con arista incluida (en seco no tiene el más mínimo problema) que nos dejó directamente en la cumbre, desde donde se disfrutan de una s impresionantes vistas que abarcan desde Montaña Palentina hasta las Ubiñas pasando por los tres macizos de Picos de Europa y la más cercana Peña Ten, a la que ya echamos el ojo para otra ocasión.

De La Cruz de Mampodre

Tras el descanso, vuelta a bajar, pero esta vez por el Circo de Mampodre que, aunque más directa, resulto ser una bajada bastante más intrincada e incómoda que la normal, sobre todo porque no hay traza ninguna de camino y hay que ir con un poco de ojo para sortear las paredes que cortan la bajada natural a cada tramo.

De La Cruz de Mampodre

Al final, con las piernas un poco más cargadas de lo normal y con un poco más de sol en el cogote de lo que nos hubiera gustado, llegamos de nuevo al albergue con el tiempo justo para comer algo y volver a Madrid, con atascazo de entrada incluido ¡¡¡Faltaría más!!!

Siguiendo con el refranero y puesto que en este caso la segunda parte fue casi mejor que la primera, decidimos allí mismo que "no hay dos sin tres", así que: ¡nos veremos en Riaño!


No hay comentarios:

Publicar un comentario