lunes, 27 de febrero de 2012

Cabeza Nevada desde La Plataforma

Después de no poder ir a Pirineos en el puente de diciembre, Almu y un servidor nos acercamos a Gredos a pasar unos cuantos días y pisar un poco de nieve.

Nos alojamos en una casa rural en el pueblo de Barajas, desde la cual llegábamos a la plataforma casi sin darnos cuenta.

El día 4, después de que el día anterior en la casa del parque nos dijeran que el Almanzor estaba peligroso por el hielo, decidimos subir al Cabeza Nevada desde la Plataforma.

De Cabeza Nevada desde La Plataforma


Nos encontramos bastante nieve, y empezamos a andar con una buena temperatura, que nos hizo parar alguna que otra vez a quitarnos la ropa sobrante. En la parte inicial nos encontramos con algún que otro esquiador que ponían rumbo al Morezón.

De Cabeza Nevada desde La Plataforma


Al llegar a los Barrerones, vimos que la parte final del Cabeza Nevada estaba bastante pelada de nieve, pero aún así, el circo nos pareció espectacular, como siempre que nos acercamos por estos lugares.

De Cabeza Nevada desde La Plataforma


Iniciamos la bajada hacia el desagüe de la laguna para seguir la trocha real en dirección a la Portilla del Rey. Unas cuantas subidas y bajadas de por medio, llegamos hasta el inicio del Gargartón.

De Cabeza Nevada desde La Plataforma


A partir de este punto, según subíamos, iba desapareciendo la nieve. A mitad de camino de la subida hacía la Portilla del Rey, nos desviamos a la derecha siguiendo unos hitos. Al mirar el reloj nos dimos cuenta de que íbamos justos de tiempo para volver al coche antes de que anocheciera. Así que decidimos comer y darnos la vuelta.

De Cabeza Nevada desde La Plataforma



En resumen, una ruta muy disfrutona por el buen tiempo reinante y por las vistas. Todo lo contrario de lo que nos encontraríamos al día siguiente subiendo a La Mira.


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domingo, 19 de febrero de 2012

Por la cuerda del Mondalindo

De Mondalindo

Después de unas cuantas salidas a la nieve con temperaturas polares, ya iba haciendo falta, para variar, alguna rutilla fácil, relajada, en seco y soleada. Por supuesto, una cosa son los deseos y otra muy distinta nuestras rutas...

Pese a que algunos mirábamos de reojo la nieve que todavía se acumula en las partes altas de la sierra, el sábado 18 decidimos encaminarnos hacia la parte baja del valle del Lozoya en busca de una pateada que respondiera a nuestras nuevas necesidades. En esta ocasión el elegido fue el Mondalindo que, pese a ser una de las cumbres más pisadas de la sierra, no lo es tanto para el grupo, que apenas se ha acercado un par de veces por la zona.

De 134_1802

Pero todo no puede ser, así que, si ya teníamos una ruta sin nieve, soleada y con poco desnivel, algo había que hacer para que la cosa no se quedara en una "fácil ruta mañanera". Y lo único que se nos ocurrió para animar la cosa, fue hacer bulto metiéndole unos cuantos kilómetros de más.

Con tan sana intención, nos juntamos Maranta, Manu, Jóse, Dani y un servidor. En esta ocasión disfrutamos también de la compañía de David - si, otro David más en el grupo -, compañero de Dani con el que, por supuesto, contamos para nuestras futuras ocurrencias.

De 134_1802

A las nueve y media partimos de Garganta de los Montes en dirección a la Ermita de Nuestra Señora de los Prados por una cómoda pista que va ganando altura entre pinares hacia la cuerda del Reajo y Peña Negra. La idea era subir directamente al collado del Mondalindo pero, algún despiste que otro nos hizo salir a la altura del Reajo, lo que contribuyó definitivamente a hacer la ruta todo lo larga que ¡¡estábamos deseando!!

De 134_1802

Siguiendo la cuerda alcanzamos Peña Negra, desde donde pudimos comenzar a disfrutar de las vistas de las cumbres nevadas de Peñalara, Montes Carpetanos e incluso el Pico del lobo. Después de cruzarnos con algún motorista que otro haciendo el cafre por la zona, por fin alcanzamos el vértice del Mondalindo, acompañados por una numerosa excursión de las que habitualmente ascienden desde Bustarviejo.
Tras un par de avísos estomacales, decidimos estirar un poco el repostaje hasta Collado Abierto, donde encontramos unas soleadas praderas donde dar buena cuenta del bocata.

De 134_1802

Una vez repuestos, enfilamos la bajada por el Arroyo de Matayana buscando las trazas del sendero que llega a Canencia. Entre matojos y charcos, decidimos hacer un pequeño desvío para ahorrar algo de tiempo y que, sin quererlo, nos permitió disfrutar de unas impresionantes placas de hielo, testimonio de la que debe haber caído por la zona en los últimos días.

Con las piernas pidiendo tregua, ya solo nos quedaba remontar el collado de Peña Gorda desde Canencia para bajar, entre robledales, a Garganta de los Montes, donde literalmente SUCCIONAMOS unas cervecitas antes de poner rumbo a Madrid.

Nos vemos en la próxima!!!

lunes, 13 de febrero de 2012

Una de raquetas, sin raquetas

Dicen por ahí que nunca te acostarás sin saber una cosa más. Bien, pues en esta ocasión, nuestra última ruta nos ha servido para aprender unas cuantas cosas:

Primera lección del día: las raquetas, pese a sus bonitas formas y colores, sirven para algo más que para decorar el maletero del coche, cosa que estaría muy bien si no fuera porque, creo recordar, que no es la primera vez que nos pasa.
A este respecto, aquí os dejo un interesante tutorial inspirado en aquellas inestimables enseñanzas de nuestro amigo Coco, de Barrio Sésamo. A ver si así nos aclaramos...

De Tubo central Cabezas


De Tubo central Cabezas


Segunda lección: siempre hay alguien que madruga más que tú.

Continuando con lo que nos ocupa, el caso es que nuestra primera intención era hacer una especie de remix de raquetas y corredores por la zona de Peñalara pero, entre que algunos nos dejamos las raquetas en el armario, y que un leve fallo de coordinación nos hizo llegar tarde a Cotos, no hubo más remedio que improvisar sobre la marcha.

Superado el sofocón de encontrarnos con medio Madrid intentando aparcar en un palmo de de terreno, nos encaminamos al parquin de Valdesquí, desde donde partimos Eva, Taber, Dani y un servidor hacia nuestro nuevo objetivo: el tubo central de Cabezas de Hierro.

Tras un primer tramo de camino bien pateado y cómodo, decidimos hacer nuestro tradicional campo a través para evitar la bajada hasta el arroyo de Peña Mala. Efectivamente nos ahorramos bajar al arroyo pero, a cambio, nos metimos en el primer berenjenal del día, que superamos al borde del soponcio mientras nos turnábamos abriendo huella.

De Tubo central Cabezas


Tercera lección del día:
aunque parezca imposible, en Madrid se puede pasar más frio que en Gredos en plena ola siberiana.

Una vez alcanzamos la parte alta del arroyo, nos cruzamos con lo que de lejos nos pareció una procesión de Semana Santa, y que resulto ser una multitud a la que, por lo visto, se les había ocurrido lo mismo que a noostros. Así, mezclados entre el tumulto y tiritando de frío, conseguimos calzarnos los crampones y salir disparados para arriba a fin de evitar un más que probable embotellamiento en la entrada del tubo.

De Tubo central Cabezas


Cuarta lección del día: cuando Dani hace cosas raras con los brazos mientras grita a pleno pulmón, no es por vicio, es que algo pasa.

De aquí en adelante, más hielo que nieve y mucho, mucho frío que apenas nos dejó parar a contemplar las vistas. Hasta que un zurullo, - Sí, habéis leído bien: un "ZURULLO" - nos obligo a parar en seco por razones de fuerza mayor.

A punto de salir del tubo, vemos a Dani agitando los brazos como un poseso, actitud que interpretamos como muestras de desaforada alegría por haber alcanzado el solecito o por lo superlativo del paisaje. Nada más lejos de la realidad. Al llegar a su altura, descubrimos el verdadero motivo: allí, a escasos dos metros del camino pudimos observar la heroica actitud de un individuo que, acuclillado y con los pantalones bajados, hacía denodados esfuerzos por plantar un pino sin morir en el intento.
Con este panorama, no nos quedó más remedio que hacer caso a Dani y girar en redondo a contemplar el paisaje como si nada. Lo que no sabía aquel valiente es que detrás nuestro iban a desfilar ante sus narices los veinte procesionarios que nos pisaban los talones.

Intentando borrar tan peculiar imagen de nuestras mentes, alcanzamos el vértice de Cabezas, donde pasamos el tiempo justo para deleitarnos con el caldito que nos trajo Dani (Dios te bendiga, compañero) y continuar la jornada.

De Tubo central Cabezas



Última lección: no se te ocurra presentarte en una estación de esquí con los crampones puestos, a no ser que quieras parecer el tonto del pueblo.

De aquí en adelante ya solo quedaba continuar aguantando el viento gélido hasta Valdemartín. Por último enfilamos la bajada a Valdesquí entre el cachondeillo por los morrazos que nos íbamos pegando y ante el asombro de los usuarios del telesilla, que no terminaban de entender que hacían cuatro extraños personajes rodando ladera abajo pudiendo disfrutar de tan moderno artilugio.

Con respecto a las cervezas del final no hay nada nuevo que aprender. Siguen sentando de maravilla, más aun con tan buena compañía.


martes, 7 de febrero de 2012

Gredos 4-5 de febrero: Los verdaderos objetivos y un arco iris

Entre tanta cima, tanto GPS y no sé cuántos desniveles, a veces llegamos a olvidar los verdaderos objetivos de las rutas. Este fin de semana en Gredos los recordamos.

Con unas previsiones de nubes y claros pero con un visitante siberiano de “no salgan de casa ni locos”, Maranta “la lianta”  (que reservó el refugio la semana anterior), Táber, Pablo, Paco y un servidor nos plantamos en la plataforma de Gredos antes de las 10 am del sábado. La nieve circundante a la carretera era la justita pero al salir del coche nos quedó claro lo que nos esperaba: Frío, mucho frío.

En los primeros metros de suave subida sorteamos los placones de hielo de siempre – sin problemas, son como de la familia – pero, pasado el puente de cemento, se apuntó a la ruta un “acoplado coñazo que nunca ve la hora de marcharse”: El viento. Una guillotina de brutal corte seco.

De Ola de frío en Gredos


El aliento y la mucosidad se nos congelaban en los cuellos polares y las bufandas (iba a poner que se nos helaron los fluidos en las bragas pero se podría malinterpretar).
A mitad de subida nos pusimos los crampones… para quitárnoslos al poco de superar Los Barrerones. Piedras con fina capa de nieve pateada.

Más viento helado.

Atravesamos la laguna con cuidado de no salirnos de la huella, para llegar al refugio Elola.

De Ola de frío en Gredos


Ahí nos encontramos con uno de mis profesores de TodoVertical, Álvaro, que nos confirmó lo que ya intuíamos: Pese a la momentánea ventanita en el cielo, el Almanzor debía esperar… Esperar a Jesús, a Manu, a Marcos, a Eva, a Jose, a Almu y a tantos otros.

Liberamos peso en las taquillas y con un par de mochilas, cuerdas y estacas tiramos hacia el collado del Casquerazo por la canal más directa. Nuestros límites eran el tiempo y el medio metro de nieve sin consolidar de la primera mitad de la ascensión.

Afortunadamente, a medida que aumentaba la pendiente también lo hacía la firmeza del piso. Eso nos permitió llegar arriba a las 4 y pico, no sin antes perder a Táber en los últimos riscos (“uy, el nuevo... ¿cómo se llamaba?, parecía buen chaval”).

De Ola de frío en Gredos

El mismo viento bestial de la antecima que nos despejó el cielo de nubes para disfrutar de las vistas, nos echaba de su territorio a patadas. Tras unos cien metros en mixto por la cresta, alcanzamos la parte del collado más amplia para iniciar el regreso por una pendiente un poco menos dura.

Y ahí coincidimos todos en lo necesario que es practicar todas las técnicas – avance, encordado, aseguramiento, etc. – en condiciones ideales, para tenerlas absolutamente automatizadas en situaciones de viento, frío, cansancio y nervios.

De Ola de frío en Gredos

Y así fue porque Maranta se acojonó (como yo lo hubiera hecho hace muy poco) ante una pendiente helada de las que había superado docenas de veces antes y Táber, con sobrada experiencia en escalada, tardó diez minutos eternos en asegurarla en ensamble y hacerse un burruño con la cuerda restante.

Ya en terreno más suave nos reímos, nos relajamos... y alguno que otro se metió en un nevero hasta la cadera.

De Ola de frío en Gredos


En el refugio nos recordaron que los aseos estaban atorados por el hielo. En esas circunstancias el pudor personal deja paso la comprensión general.
Con esfuerzo, los guardas habilitaron una solución intermedia: unos cubos con agua.
También tuvieron la cortesía de permitir el acceso con botas. Algo excepcional por una climatología excepcional.

Y Paco, ¿qué pasó con las intenciones de Paco de pernoctar al raso? Pues que como estaba cubierto y no había Luna ni estrellas que contemplar, se le quitaron las ganas de dormir con máximas de -10 ºC (sensación térmica aparte).

De Ola de frío en Gredos


Cena a las 8 pm. Sopa de pasta, lomo de cerdo con champiñón y ensalada, y espuma de chocolate con barquillo. Todo ello regado con la compañía de una pareja muy maja.
A las 10 catre. Literas superiores. Ronquidos al margen (no fue especialmente trágico), los que optaron por colocar la cabeza hacia la pared notaron humedad e incluso goteras.
Táber dijo (con sorna) sentirse aliviado por haber traído el saco de verano, pero yo dormí bastante bien con saco fino y ropa ligera.

Tras los cirios para cambiarnos, asearnos y ponernos las lentillas, a las 8 desayunamos y a las 9 y pico arrancamos rumbo a la plataforma con intención de pasar antes por el Morezón.
El cielo estaba cubierto, la temperatura era un pelín menos baja pero el viento seguía siendo canalla.

De Ola de frío en Gredos

Pasada la laguna, iniciamos la subida. Pero a los pocos metros se juntaron varios condicionantes. Principalmente, la exigencia del terreno y la incertidumbre del porvenir en los tramos superiores a lo que se unió la rotura de un crampón de Paco (justo en el mismo lugar que la temporada pasada, por cierto).

Ante todo ello, Pablo y Táber, antepusieron el sentido común a sus ganas y propusieron volver por donde siempre.
Pablo se emocionó recordando su anterior subida a destajo con Jesús. Hasta se le escapó una lagrimilla... ¡ah, no, que era un moco!

De Ola de frío en Gredos

Antes de llegar a los Barrerones, en plena niebla, un hombre que bajaba hacia la laguna me pidió seguirnos para volver a la plataforma. Venía con un grupo de cincuenta y la madre, de los que solo conocía (?) a tres o cuatro y en cuanto se paró un momento lo dejaron atrás. Sin comentarios.

Entre los últimos domingueros con playeras y katiuskas, todavía cubiertos por la ventisca, convenimos cuáles eran los verdaderos objetivos de esta ruta y de las demás: Ir, volver y, pase lo que pase, disfrutarlo.

De Ola de frío en Gredos

Recuperación de nutrientes en “La Bodeguilla” de Hoyos del Espino. Cerveza fría y hamburguesa con huevo y patatas que se salían del plato que, gracias a las nuevas tecnologías, tuvimos el placer de compartir con Eva... (Pablo, que le envió una foto con mucho recochineo).

De vuelta a casa, la meteorología reconoció nuestro honor como valientes rivales en la noble batalla y nos despidió con un inmenso arco iris.

Prometemos seguir luchando. ¿Quién se anima? ¡Maldita sea, no os oigo!: ¡QUIÉN SE ANIMA!