lunes, 13 de febrero de 2012

Una de raquetas, sin raquetas

Dicen por ahí que nunca te acostarás sin saber una cosa más. Bien, pues en esta ocasión, nuestra última ruta nos ha servido para aprender unas cuantas cosas:

Primera lección del día: las raquetas, pese a sus bonitas formas y colores, sirven para algo más que para decorar el maletero del coche, cosa que estaría muy bien si no fuera porque, creo recordar, que no es la primera vez que nos pasa.
A este respecto, aquí os dejo un interesante tutorial inspirado en aquellas inestimables enseñanzas de nuestro amigo Coco, de Barrio Sésamo. A ver si así nos aclaramos...

De Tubo central Cabezas


De Tubo central Cabezas


Segunda lección: siempre hay alguien que madruga más que tú.

Continuando con lo que nos ocupa, el caso es que nuestra primera intención era hacer una especie de remix de raquetas y corredores por la zona de Peñalara pero, entre que algunos nos dejamos las raquetas en el armario, y que un leve fallo de coordinación nos hizo llegar tarde a Cotos, no hubo más remedio que improvisar sobre la marcha.

Superado el sofocón de encontrarnos con medio Madrid intentando aparcar en un palmo de de terreno, nos encaminamos al parquin de Valdesquí, desde donde partimos Eva, Taber, Dani y un servidor hacia nuestro nuevo objetivo: el tubo central de Cabezas de Hierro.

Tras un primer tramo de camino bien pateado y cómodo, decidimos hacer nuestro tradicional campo a través para evitar la bajada hasta el arroyo de Peña Mala. Efectivamente nos ahorramos bajar al arroyo pero, a cambio, nos metimos en el primer berenjenal del día, que superamos al borde del soponcio mientras nos turnábamos abriendo huella.

De Tubo central Cabezas


Tercera lección del día:
aunque parezca imposible, en Madrid se puede pasar más frio que en Gredos en plena ola siberiana.

Una vez alcanzamos la parte alta del arroyo, nos cruzamos con lo que de lejos nos pareció una procesión de Semana Santa, y que resulto ser una multitud a la que, por lo visto, se les había ocurrido lo mismo que a noostros. Así, mezclados entre el tumulto y tiritando de frío, conseguimos calzarnos los crampones y salir disparados para arriba a fin de evitar un más que probable embotellamiento en la entrada del tubo.

De Tubo central Cabezas


Cuarta lección del día: cuando Dani hace cosas raras con los brazos mientras grita a pleno pulmón, no es por vicio, es que algo pasa.

De aquí en adelante, más hielo que nieve y mucho, mucho frío que apenas nos dejó parar a contemplar las vistas. Hasta que un zurullo, - Sí, habéis leído bien: un "ZURULLO" - nos obligo a parar en seco por razones de fuerza mayor.

A punto de salir del tubo, vemos a Dani agitando los brazos como un poseso, actitud que interpretamos como muestras de desaforada alegría por haber alcanzado el solecito o por lo superlativo del paisaje. Nada más lejos de la realidad. Al llegar a su altura, descubrimos el verdadero motivo: allí, a escasos dos metros del camino pudimos observar la heroica actitud de un individuo que, acuclillado y con los pantalones bajados, hacía denodados esfuerzos por plantar un pino sin morir en el intento.
Con este panorama, no nos quedó más remedio que hacer caso a Dani y girar en redondo a contemplar el paisaje como si nada. Lo que no sabía aquel valiente es que detrás nuestro iban a desfilar ante sus narices los veinte procesionarios que nos pisaban los talones.

Intentando borrar tan peculiar imagen de nuestras mentes, alcanzamos el vértice de Cabezas, donde pasamos el tiempo justo para deleitarnos con el caldito que nos trajo Dani (Dios te bendiga, compañero) y continuar la jornada.

De Tubo central Cabezas



Última lección: no se te ocurra presentarte en una estación de esquí con los crampones puestos, a no ser que quieras parecer el tonto del pueblo.

De aquí en adelante ya solo quedaba continuar aguantando el viento gélido hasta Valdemartín. Por último enfilamos la bajada a Valdesquí entre el cachondeillo por los morrazos que nos íbamos pegando y ante el asombro de los usuarios del telesilla, que no terminaban de entender que hacían cuatro extraños personajes rodando ladera abajo pudiendo disfrutar de tan moderno artilugio.

Con respecto a las cervezas del final no hay nada nuevo que aprender. Siguen sentando de maravilla, más aun con tan buena compañía.


2 comentarios:

  1. Excelente crónica. Sí que dejo de aprender cosas por no salir un sábado...

    ResponderEliminar
  2. Qué bueno. Siempre pasan las cosas más "pintorescas" cuando no estoy en las rutas...

    Un xaludote

    ResponderEliminar