miércoles, 6 de junio de 2012

Retomando "malas" costumbres

¡¡Vuelve el calor y vuelve la escalada!!
Aunque ya habíamos hecho un par de intentos a principio de primavera, las lluvias y últimos fríos de la estación habían dejado las buenas intenciones casi en pequeños paréntesis en nuestras habituales pateadas.

Por fin, y aunque los calores no suelen ser el mejor aliado del escalador, este fin de semana  parecía el mejor momento para escaparnos a las frescas laderas de Peñalara y pasar cuanto antes los miedos de las primeras vías de la temporada e inyectar un poco de adrenalina a nuestros amodorrados cuerpos de senderistas.

De Peñalara-escalada

Para esta ocasión, contamos con la presencia de tres caras poco o nada habituales en el grupo: Jesús, que ya experimentó con nosotros las bondades de un buen chapuzón en la Barranca; Celso que, después de varios intentos, por fin ha logrado incorporarse a una de nuestras salidas; y Pablo -¡¡si, otro Pablo!!- (ya sabéis que en este grupo acostumbramos a tener todo por duplicado), compañero del Majalasna y que también participó anteriormente en el memorable palizón de la Integral de la Puebla.
Como acompañamiento, algunos de los más recalcitrantes asistentes a estas cosas del monte, y en particular, de la escalada: Eva, Jose, Taber y un servidor.


Sobre la zona del contrafuerte de la Teresa poco más podemos decir de lo que ya hemos comentado en otras ocasiones: vías entre Vº y 6b en un entorno privilegiado y en un estilo intermedio entre adherencia y fisuras, muy recomendables para romper la monotonía de las interminables placas pedriceras.


Aunque la jornada comenzó entre poco tranquilizadoras conversaciones del estilo:

- Escalador al asegurador: ¡¡pues hala!!, ya te puedes hacer el ocho.
- Asegurador al escalador: eh....??????

nadie se fue sin terminar unas cuantas vías, e incluso nos dio tiempo para que Taber impartiera un interesante taller sobre rápeles, con objeto de refrescar el tema de cara a cercanos proyectos y futuras locuras. Lo peor, la brisilla que se levantó al final de la mañana y que, a unos cuantos osados en pantalón corto, nos puso la piel como la de un pollo recien desplumado.

Para recompensar tanto esfuerzo físico e intelectual, dividimos la segunda fase de la jornada en dos sesiones: un primer refrigerio en Venta Marcelino y una segunda sesión de terraza y charleta (para asentar conocimientos, que conste) en Cerceda

Lo mejor de todo, como no podía ser de otra manera, compartir un día en el monte con la mejor compañía posible.

Saludos


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