De Cabeza Nevada 6-11-2010 |
Así que allí estábamos en Navalperal Pablo, Jesús, David y yo empezando la ruta a eso de las 9:30 de una mañana radiante, rodeados de los colores otoñales que vestían los árboles de la zona. Disfrutando de tales vistas por los alrededores del pueblo, la jornada comenzó tranquila y nos fuimos dirigiendo al comienzo de la cuerda del Cervunal. Esta nos llevaría hasta el refugio del mismo nombre (también conocido como choza del Novillero), refugio sin guardar pero en muy buen estado y equipado con velas, leña y demás pertrechos para una buena pernocta en el monte al resguardo de los elementos.
Sin duda hasta aquí habíamos disfrutado de un agradable paseo contemplando las inmejorables vistas de la garganta de Gredos, del circo del mismo nombre y también del de las Cinco Lagunas, con sus cimas salpicadas con las primeras nieves tempranas de la temporada. La mañana estaba siendo espléndida, con buen sol y cálida temperatura (tanto que, junto con las subidas que encaramos por la travesía de la cuerda, nos arrancaron no malos sudores), si bien en el horizonte se veía un frente de nubes altas acercándose por el oeste, primeros vestigios del anunciado cambio de tiempo que iba a tener lugar un par de días después.
De Cabeza Nevada 6-11-2010 |
Seguimos camino optando por una senda que discurría por la ladera en el lado derecho de la Hoya Nevada y que subía hacia el Novillero, pero al poco tiempo de dejar el refugio la perdimos yendo por una agreste pedrera y, así de pronto como que no quiere la cosa, nos vimos rodeados de un frondoso piornal que nos hizo el paseo algo menos agradable. Tratando de abrirnos camino entre la espesura, buscando pasos imposibles por las caprichosas sendas que abren las cabras, entre maldiciones, juramentos, votoatales y aún más sudores y arañazos, nos las vimos y deseamos hasta que por fin conseguimos dejarlo atrás y llegar al colladito que lleva ya directamente a Cabeza Nevada, imponente y majestuosa desde nuestra privilegiada posición.
Pero no iban a terminar aquí las dificultades de la subida. Habíamos llegado ya bastante arriba y pronto vimos que, como estábamos en la cara norte en plena umbría, la escasa nieve acumulada estaba completamente helada, convirtiendo la ladera en un peligroso tobogán salpicado de montones de dientes rocosos por todas partes. Afortunadamente había muchos de estos "dientes" y pudimos progresar saltando de piedra en piedra "como el que cruza un arroyo bastante largo y cuesta arriba". Pronto empezamos a sentir el alto precio pagado con los esfuerzos derrochados en el piornal y nuestras fatigadas piernas empezaron a protestar a base de bien. Pero la cima ya estaba ahí mismo y a eso de las 14:30 la alcanzamos y les dimos un merecido descanso.
De Cabeza Nevada 6-11-2010 |
Con tantas dificultades estabamos con la hora un poco justa si queríamos regresar a Navalperal con luz (hay que ver lo pequeños que se han hecho los días a estas alturas), así que nos entretuvimos lo justo en la cima para tomar un bocado y pronto iniciamos el descenso. Éste era un tema bastante delicado debido al hielo y había que tomárselo con calma e ir con mucho cuidado. Además, Jesús empezó a tener problemas musculares por las forzadas posturas que había que adoptar como si estuviéramos interpretando una grotesca coreografía para bajar por las piedras evitando pisar el hielo. Así, poco a poco y apretando los dientes cuando arreaban los calambres, conseguimos regresar sin más azares al collado. Aquí la nieve seguía dura pero ya se dejaba pisar, así que bajamos directamente por la Hoya Nevada. No era cuestión de ir dando tontos rodeos por nuestro "querido" piornal, pues el sol estaba ya en caída libre y las sombras se alargaban más y más a cada momento. Ahora sí que pudimos disfrutar de la palita de nieve que se había acumulado en la ladera. Qué bien sabe la primera nieve de la temporada, blanca y pura.
De Cabeza Nevada 6-11-2010 |
Así, sin más contratiempos que pisar alguna que otra trampa llena de agua escondida entre la hierba, llegamos a la cuerda del Cervunal con el sol rasando las cimas a nuestra espalda. Como si de un escenario teatral se tratara, las luces de día fueron poco a poco haciéndose más tenues conforme nos acercábamos al pueblo, deleitándonos el crepúsculo otoñal con un precioso espectáculo de color, hasta que al fin se apagó del todo justo cuando llegamos a los coches a eso de las 19:00.
El día no dió para más, pero fue todo un paseo para disfrutar del colorido del otoño y las primeras nieves del invierno que se avecina.
Un xaludote
Vaya foto mas bonita la de Cabeza Nevada al fondo con algo de nieve y los árboles ya con las hojas totalmente amarillas. Gran reportaje una vez mas!
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