lunes, 23 de mayo de 2011

Microplacas del Yelmo-Placas del Emilio

¿No querías Caldo? pues toma dos tazas.
No he podido resistirme a comenzar la crónica de nuestra última salida a escalar con este conocido dicho, aunque para ser fieles a la realidad, habría que sumarle ese otro de: "Sarna con gusto no pica".
Tras la anulación, por cuestiones electorales, de nuestro ansiado vivac por Gredos, nos juntamos Eva Dani y un servidor en el Tranco para continuar con nuestra labor de retomar la temporada de escalada. Para ello y visto lo agradable que fue el paseo de la semana anterior hasta la pradera del Yelmo, decidimos acercarnos a la zona de las Microplacas y el Rompeolas, donde llegamos a eso de las 10:30 con la sorpresa de no encontrarnos a casi nadie trepando a tan razonable hora. Bueno, decir nadie no sería del todo correcto. En realidad nos encontramos con una auténtica jauría de cursillistas que, por suerte, se tiraron toda la mañana con la sesión teórica y no asaltaron las paredes del rompeolas hasta última hora cuando nosotros ya estábamos de bajada.
Para empezar, nos desentumecimos un poco con un par de vías de IV, IV+, con pasos de adherencia y agarres, la mar de entretenidas para que Eva y Dani fueran soltándose el pelo y para ir dando de si unos pies de gato demasiado nuevos, que les hicieron sufrir de lo lindo. Ya metidos en faena, nos liamos con el "Diedrito" de V+ donde se notó que aun nos falta alguna sesión más para volver a estar como el alo pasado. Ya de paso, aprovechamos para repasar algunos cosillas básicas sobre reuniones, rápeles y descuelgues antes de que empezara a chispear y decidiéramos acercarnos a la zona derecha del rompeolas. Poco más que otra vía pudimos hacer por antes de que volviera a chispear y decidiéramos, después de un breve refrigerio, bajarnos de nuevo al Tranco en busca de una merecida cerveza.




Precisamente, cuando nos encontrábamos la mar de a gusto dando cuenta de nuestra segunda ronda y contemplando con envidia las paellas que pasaban por delante de nuestras narices, aparecieron por ahí Maranta y Manu para tentarnos con una doble ración de escalada, a la que muy juiciosamente, solo consiguió resistirse Eva, ayudada, eso si, por el hecho de tener a solo 15 minutos una estupenda cama donde echarse una buena siesta.
Así que, aun bajo los efectos amodorradores de las cervecitas, volvimos a sacar los bártulos del coche y nos encaminamos hacia las Placas del Emilio, donde asistimos a las primeras escaladas de Maranta yendo de primera y a sus ya habituales pero entretenidas ristras de juramentos en arameo cuando la cosa se pone difícil.
Pese a una pequeña interrupción por un chaparrón que venía amenazándonos durante todo el día, pudimos completar otras tres vías antes de volver al Tranco en busca de más cerveza a eso de las 21:00.
En definitiva, una jornada perfecta para, al menos a mi, dejarme en estado comatoso según apoyé la oreja en la almohada.




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