martes, 29 de mayo de 2012

Ensayo general por la Maliciosa

No deja de ser curioso lo que puede dar de sí una apacible jornada de domingo cuando hace buen tiempo y se disfruta de la montaña y de la buena compañía. Pero bueno, a estas alturas esto no debería sorprenderme. Y eso que el dia comenzó con cierta falta de participación ante la proposición de Pablo para una nueva sesión de entrenamiento de las suyas (seguramente habría tenido más éxito de convocatoria si no estuviera tan fresca en la memoria de la gente la crónica del pasado entrenamiento que hicimos el día de S. Isidro). El caso es que sólo Jesús y yo acudimos a la llamada para solidarizarnos con Pablo y acompañarle en las alegrías y las penas por esos montes de Dios.


Habida cuenta que las pruebas en cuestión se iban a celebrar en menos de cinco días vista, Pablo había propuesto una sesión de entrenamiento que reprodujera lo más fielmente posible las condiciones que le iban a exigir, a saber: mochila bien cargadita (10 Kg mínimo, sin contar avituallamiento líquido ni sólido) y ruta de 15 Km y 1500m de desnivel a realizar en un tiempo no superior a 4 horas y media..., lo que se dice un paseo no demasiado tranquilito, vamos.


De Entrenamiento Barranca

Así pues, allá que nos presentamos los tres con el ánimo a tope en la Barranca, donde ya se congregaban numerosos andarines, ciclistas y corredores de a pie.  Empezamos a andar a las 9:00 con intención de subir a la Maliciosa por la famosa senda del arroyo de las Tijerillas, uno de los tramos de la sierra madrileña con mayor desnivel concentrado en poca distancia (aproximadamente algo menos de 900 m en unos 3 Km). Tras juguetear un poco con los arbustos (al más puro estilo de Jesús, dicho sea de paso) dimos al fin con la senda buena de subida y no tardamos en romper a sudar la gota gorda, como tocinos puestos al sol, al encarar las rampitas más suculentas del Tijerillas (sí, ésas que tantas buenas historias han dejado en nuestro recuerdo). Huelga decir que cuando llegamos arriba empapados en sudor ya teníamos las piernas bien maduritas y que Pablo empezaba a arrepentirse de su gran idea de cargar la mochila a reventar con todos los cacharros de escalada que pudo encontrar.


De Entrenamiento Barranca

Bien, la Maliciosa aún tendría que esperar un poco, pues en vez de subir directamente desde donde nos encontrábamos la idea era la de dar una pequeña vueltecilla para incrementar el kilometraje y el desnivel de la ruta. De manera que allá que tiramos hacia el collado del Piornal para subir después a Bola del Mundo, bajar al collado de las Guarramillas y subir de nuevo al cerro de Valdemartín. A pesar de que en la cuerda corría un vientecillo fresco y agradable, cada subida suponía romper de nuevo a sudar a base de bien. A partir de aquí giramos hacia el sur recorriendo la Loma de Valdemartín haciendo slalom con los piornos y bajamos más trastabillando que trotando hasta el PR-18 que discurre junto al joven Manzanares, el cual venía bien surtido de los ya escasos neveros que aún sobreviven milagrosamente en el Ventisquero de la Condesa.

De Entrenamiento Barranca


Cruzamos el río un poco antes de llegar al puente de los Manchegos y enfilamos todo directo para arriba por una serpenteante senda que sube directamente al collado de las Vacas. Tras una brevísima parada para tomar algo sólido enfilamos la endiablada, interminable y cien veces maldita subida por el PR-16 que va a la cima de la Maliciosa (sí, lo sé, admito que siento una cierta animosidad personal hacia este tramo en particular, el cual siempre se me atraganta tanto de subida como de bajada). En fin, que tras penar lo nuestro conseguimos pasito a pasito llegar arriba del todo de la Maliciosa y contemplar el paisaje acompañados de la acostumbrada y nutrida variedad de personajes de toda condición que suben hasta allí.

De Entrenamiento Barranca
El cronómetro seguía sin descanso, así que no tardamos mucho en volver casi corriendo por las pedreras (actividad que también formaba parte del entrenamiento de Pablo) de vuelta al collado del Piornal para tomar la senda que baja hasta la fuente de la Campanilla (por cierto, aquí nos encontramos a bastante más gente que en la subida por el Tijerillas). Aunque llegamos de vuelta al párking de la Barranca a las 14:00, antes habíamos conseguido completar el Km 15 de la ruta dentro del tiempo previsto (aunque sólo con 3 minutos de sobra de las 4 horas y media estipuladas, pero, eso sí, sobrados de desnivel). Bravo, chavales. 

De Entrenamiento Barranca
Ahora tocaba la más que merecida rehidratación (y además muy necesitada después de lo que habíamos sudado durante toda la santa ruta). Para ello nos dirigimos a Becerril donde habíamos quedado con Eva, Goyo y Silvia para tomar las cervecillas de fin de ruta de rigor en buena compañía. El caso es que en la plaza del pueblo fuimos a dar con una terracita en la que se estaba la mar de bien, tanto que las rondas empezaron a sucederse una tras otra hasta un total de cinco (es que había sed), de tal modo que casi pasamos de tertulia más tiempo que de ruta. Sobra decir que hemos fichado el lugar para futuras ocasiones porque, tras cinco rondas de jarrotes de cerveza y refrescos varios con sus correspondientes tapas salimos a algo menos de 10 € por cabeza, y todavía la casa nos invitó a una sexta ronda de despedida con tapa incluida. Genial, ideal para dejar de sentir las fatigas de la ruta e incluso olvidar las penurias de la crisis económica.


De Entrenamiento Barranca
Para terminar y como curiosidad para completar tan agradable y curiosa jornada sólo añadir que justo cuando volvía a casa me encontré casualmente bajo el puente de Pacífico con David Santillán que volvía de un viaje (bueno, sería más acertado decir que él me encontró a mi, pues además de que siempre voy con la cabeza en Babia y no me fijo en la gente, se añadía el hecho que los efectos de tanta hidratación en Becerril estaban empezando a hacerse notar en mi vegiga y su control requería de toda mi concentración). Me comentó que ya falta poco para que las obligaciones le dejen tiempo para salir a la montaña. Mejor porque cuantos más seamos, más reiremos, sobre todo con gente como la de este grupo de montaña.

Un xaludote 
 

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