viernes, 13 de enero de 2012

La Ciudad Perdida

Tras unos días en el interior de Colombia, nuestro viaje siguió por el Caribe. Nuestro siguiente objetivo era llegar a la Ciudad Perdida.
La Ciudad Perdida (o ciudad Teyuna) son unas ruinas de entre los siglos VII y XVI de los indígenas que habitan por la Sierra de Santa Marta. El yacimiento se descubrió en los 70 por ladrones de tesoros precolombinos. En el año 76 el Estado colombiano se hizo cargo de la Ciudad, restaurándola y despejando algunas terrazas.

La Sierra de Santa Marta es una cordillera costera que alberga el pico más alto del país. Está poblada (sólo en las zonas bajas) por unos pocos indígenas y por campesinos, que colonizaron algunos valles para cultivar marihuana y posteriormente, coca. Tras muchos esfuerzos, la Sierra está limpia de paramilitares (dejaron la zona definitivamente en el 2008) y los únicos que cultivan coca, son los indígenas (para auto-consumo). Los campesinos se han pasado a cultivar otras cosas (se dice que el mejor café de Colombia es el de esta Sierra) y al turismo. También hay mucho ejército por la zona (en zonas más altas).

Actualmente uno no puede moverse por libre por la Sierra, salvo por el parque Tayrona (las playas del parque nacional). Para adentrarse en las montañas, es necesario contratar un circuito guiado y, a diciembre de 2011, la única ruta ofertada es la Ciudad Perdida (ida y vuelta por el mismo camino).

Así que, ni cortas ni perezosas, nos plantamos en Santa Marta, en busca del alojamiento y de la excursión. Tras un par de horas paseando por el caos de ciudad, acabamos contratando con Guías y Baquianos. No conseguimos regatear casi nada, pero al menos conseguimos alojamiento, macuto pequeño para esos días y que nos guardaran las maletas hasta nuestra vuelta por ahí.

A día de hoy, las 3 empresas que ofrecen el tour, han pactado precios y no lo bajan (a pesar de lo que diga la guía). Aparte de los gastos varios (está todo incluido), las agencias se ven obligadas a pagar contribuciones (bastante elevadas) tanto a los campesinos de la zona como a los indígenas, al paso por los terrenos donde viven. Eso hace que las agencias apenas bajen los precios. Se puede contratar en Santa Marta o en Taganga.
Ir con una agencia u otra, apenas supone diferencia. Como había poca demanda de la excursión, nos juntaron a la gente de las 3 agencias que lo llevan. Cada agencia pone guías para su gente (uno por cada 4 personas) y luego comparten portes, alojamiento, comida... En total, fuimos 9 turistas, 3 guías (y 3 burros con sus porteadores).

La ruta no es muy dura: 47 km en total, en 5 días. La mayor parte es por camino más o menos empinado y, por culpa de las lluvias, con derrumbes varios. Hay que cruzar algún que otro río (más o menos caudaloso), hay alguna trepadita... Cualquier persona puede hacerlo (no son etapas muy duras), pero el hecho de cruzar ríos y saltar por rocas durante, puede resultar algo exigente. Pienso que en 4 días (o incluso en 3), se podría hacer sin problemas, pero no hay opción por ahora.

Al día siguiente por la mañana, comenzó la aventura. Preparamos nuestros macutos y nos subimos a un todoterreno rumbo a la Sierra. Las dos primeras horas, por carretera, salvo por los típicos derrumbes y árboles caídos, no tuvieron mayor complicación. Una vez el coche se sale de la carretera, la cosa cambia. El camino hasta Machete Pelao es muy malo y, según lo que haya llovido, se llega a hacer intransitable (o sea, que puede tocar llegar o salir a pie hasta el pueblo. Unas 3 horas a buen ritmo, según nos contaron). Por suerte para nosotras, pudimos llegar en coche (tanto la ida como la vuelta).

El ritmo en general (salvo el primer día) es de madrugar mucho, para comenzar a caminar con el sol y sin lluvia. Según lo larga que sea la etapa, se camina también por la tarde (las horas de luz son de 6 de la mañana a 6 de la tarde y hay que caminar con luz).
El alojamiento son hamacas o literas con mosquiteras, resguardadas bajo un techo. En general, no hay luz eléctrica así que es necesaria la linterna. Durante la caminata, hay comida (frutas y galletas) y bebida (agua purificada y café). Las comidas son sorprendentemente ricas. Y nota importante, venden cervezas a lo largo de todo el camino.
No hace demasiado frío, ni por las noches siquiera. Ahora, cuando se pone a llover, el agua sube mucho (hasta hacerse intransitable). Mi recomendación es tener ropa para caminar (que va a estar mojada siempre. Si no por lluvia, por sudor o por el río) y ropa seca para el tiempo que no se camina (ojo a la cantidad de calcetines y al calzado de repuesto). ¡Ah! Y unas chanclas que se aten bien, para cruzar ríos sin problemas.

Bichos, hay muchos (y variados). Lo mejor quizá es manga larga y pantalón largo, para reducir el número de picaduras. Y por supuesto, embadurnarse de Relec o similares, revisar los zapatos antes de ponérselos por la mañana, vigilar dónde pone uno el pie...
Hay duchas (agua fría, por supuesto). Nosotras optamos por chapotear en el río, que siempre es más divertido.

Hicimos las siguientes etapas: 8,4 km el primer día, 6,5 km el segundo día, 7,4 km el tercer día (etapas relajadas), 11,6 km el cuarto día (visitando la ciudad), 12,7 km el último día. La cota varía entre 100 m (Machete) y 1.200 m (la Ciudad).
El último día, tras comer en Machete Pelao, nos dejaron a la entrada del Parque Tayrona.

Anécdotas, muchas. Cosas a destacar aquí, quizá el cuarto día. Tras la visita a las ruinas, comenzó a jarrear. Tocó entonces caminar con muuucha agua, cruzando los cauces como se pudiera (uno por cable en un transportín, los otros asegurando con cuerdas). Entre que llueve mucho, que hay mucha montaña y que está tan cerca de la costa, la lámina de agua varía metros en minutos. Hubo algún momento que pudo ser peligroso, con el agua por los hombros, con árboles que se caen o laderas que deslizan. Por suerte, poco a poco van mejorando la seguridad del camino, construyendo puentes (actualmente hay uno en construcción), protegiendo zonas delicadas... Comentar que los guías, que se jugaron el tipo para protegernos durante todos los cruces, cobran una miseria. Soy partidaria de dejarles una buena propina al final, por lo que les dejan de pagar las agencias.

En resumen, experiencia altamente recomendable, aunque sea necesario invertir 5 días a tiempo completo para ello. Dejo un buen puñado de fotos:

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